Capítulo 39

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Pov Jennie.

Mis ojos se abrieron de golpe.

Sentí mi respiración profunda.

Mis oídos se invadieron de un sonido, una especie de pitido que se repite una y otra vez.

¿Qué es eso?

¿Dónde estoy?

Otra vez ese sonido...

Mi cabeza se movió y en el momento en que lo hizo me dolió hasta la parte más profunda de mi cuerpo.

¡Dios! Es como si no me hubiera movido en años.

Mi mirada se dirigió a un aparato al lado de mí, son de esas cosas que marcan los latidos del corazón cuando alguien está en el hospital...

Hospital...

Alcé mi cabeza y vi un poco más de dónde estaba, mi olfato se agudizó y el olor a medicamentos y vendas me inundó.

Justo así huelen los hospitales...

¡Hospital! ¡Estoy en el hospital!

Mi cuerpo reaccionó solo y me levanté así me ardiera por dentro.

Escuché a mis huesos crujir y mis labios se sentían secos.

¿Por qué estoy aquí?

En mi pecho debajo de la bata ví muchos cables que se pegaban a mi pecho, incluso había uno que iba directo a mi estómago.

¿Dónde estoy? Sí, ya se que en un hospital pero, ¿Por qué?

Con mis dedos entumecidos jalé todos los cables habidos y por haber en mi cuerpo, mi piel se volvió rojiza y salió un poco de sangre de ella.

Un sonido agudo y fuerte invadió mis oídos.

Ayyy rayos, Creo que me desconecté del monitor.

Escuché a lo lejos muchos pasos que se iban haciendo más y más fuertes.

—¡Saquen el desfibrilador!— escuché muy cerca, la puerta del cuarto se abrió de golpe haciendo que pegue un brinco.

—¡¿Dónde está la epinefrina?!

Un montón de lo que parecían ser doctores y enfermeras entraron al cuarto, primero vi en sus rostros determinación pero en el momento en el que me vieron se quedaron helados.

Tonta Jennie, ahora entiendo...

Creyeron que caí en paro porque el monitor ya no registraba mis latidos del corazón pero era porque yo sola me desconecté.

—No lo puedo creer...— susurró una enfermera.

—¿Señorita Jennie está bien?

—¿Cómo se siente?

—¡¿Qué hace?! ¡Acuestese!

—Señorita Kim ¿Le duele algo?

—¿Puede moverse?

Todos los médicos me empezaron a agobiar con muchísimas preguntas, abrí la boca para responder hasta que escuché un grito en la puerta.

Un grito que reconocí inmediatamente.

—¡Háganse a un lado!

En la puerta vi como una chica de cabello obscuro se abría paso entre los doctores, es...

—Jisoo— susurré ya que mi garganta se sentía muy seca como para hablar.

Jisoo parecía que hubiera visto a un fantasma en el momento en el que dije su nombre.

First Love Never Dies | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora