Capítulo 26

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Pov Lisa

—Oficialmente estamos de vuelta —digo con una sonrisa en mi cara— Leo ¿Me vas a ayudar a limpiar todo?

Leo como si me entendiera gruñó en respuesta.

—Si bueno, eso creo que fue un no.

Ocho meses, ocho benditos meses han pasado desde que desperté, no entiendo en qué momento pasaron tantas cosas.

Estos ocho meses se me han pasado volando ante mis ojos.

Hace ocho meses prefería mil veces está muerta, no quería enfrentarme a la vida que me esperaba después del hospital pero como siempre, Rosé hace que las cosas fueran mejores.

Ella era la medicina que me hacía mejorar todos los días...

Hace tres meses que estamos juntas de nuevo...

Desde que me confesó su amor...

Desde que nos besamos...

Ella no dudo en pedirme que estuviéramos juntas y yo acepté con algunas dudas pero gustosa de tenerla a mi lado.

Estos tres meses habíamos visitado cada parque que había en Seúl, nos tomábamos de la mano mientras caminábamos por las calles juntas. Rosé nunca perdía la oportunidad de robarme besos a cada segundo sacándome una sonrisa.

El estar con ella de esa manera era muy lindo, demasiado diría yo.

Pero hay un problema.

Uno que me hace sentir un poco culpable.

Durante estos tres meses los besos de Rosé se sentían igual que el primero.

No sentía mariposas, mi corazón no se quería salir de mi pecho y sentía una especie de vacío interno, como si me faltará algo.

Algo que no sabía que era.

Creo que se debe al hecho de que no tengo mis recuerdos con Rosé por lo que me sentía así.

Un poco perdida.

Pero eso no significa que no me gustará Rosé por si lo hace, por algo es mi novia, pero no sé cómo explicar el vacío que siento en mi pecho.

Es extraño de entender.

Saque el celular que Rosé me había regalado hace poco y empecé a reproducir la música que tanto me gustaba para después empezar a limpiar mi galería de arte.

Por fin después de tantos meses me sentía lista para trabajar de nuevo.

Saqué el polvo de las mesas, trapeé el piso, canté mientras pasaba un trapo por las ventanas dejándolas completamente limpias.

Leo se quedó acostado mirándome mientras se lamía sus patitas.

—Quisiera ser tú qué no tienes que hacer nada y solo te me quedas viendo —le dije.

Es temprano todavía, tenía todo el día para dejar impecable este lugar.

Mi voz sonaba como eco en toda la galería mientras cantaba.

Literalmente creo me volví Cenicienta.

Las horas pasaron y cuando por fin había acabado de acomodar todo el lugar escuché un grito afuera de mi galería que llamó mi atención.

—¡Señorita Lisa!

¿Y ahora quién es? La paquetería no llegaba hasta mañana.

Dejé mi trapo en una de las mesitas, me sacudí un poco y fui a abrir la puerta.

First Love Never Dies | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora