Descapotable

13 2 1
                                    

- Mamá - Trixie abrió la puerta de la habitación. Aquel cuarto apestaba a whisky del bueno. La pelinegra le entró una arcada porque el olor era demasiado fuerte -, me voy al instituto.

- ¿Pero qué hora es? —Preguntó la mujer buscando el despertador para ver la hora.

- Son casi las siete y media. Luego te veré.

Bárbara, la madre de Trixie, dio un bostezo que parecía un león despertándose de su siesta. La mujer ignoró a su hija y volvió a dormirse.
La pelinegra cerró la puerta de la habitación de su madre.

Ojalá hubiera nacido huérfana. Seguramente, alguna familia me habría adoptado dando un cariño y una vida que me pueda merecer.

La joven se puso su chaqueta, la mochila y antes de salir de casa se miró en el espejo que había en la entrada.

Vamos Trix, finge una sonrisa como haces siempre e intenta que la depresión no se apodere de tu mente.

La pelinegra salió de su casa juntándose con su mejor amiga, Stephanie.

Ambas chicas empezaron a hablar sobre el final de sus vidas en el instituto. Era su último año, antes de ir a la universidad.

- ¿Ya tienes claro lo que quieres estudiar, Pinky?

- Todavía no lo sé, pero algo tendré que hacer por lo menos poder honrar la memoria de mis padres.

Stephanie le confesó, desde hacia un tiempo, el trágico accidente que tuvo a la edad de once años. Trixie nunca sacó ese tema por respeto a su amiga.

- ¿Tú lo tienes claro, Trixie?

- Estudiar psicología estaría guay, pero todavía voy pensando en que carrera meterme.

En el fondo, Trixie deseaba estudiar esa carrera para ayudar a las personas a superar sus vicios, sea problemas de alcoholemia o de drogas.

De camino al centro, un descapotable amarillo tocó el claxon: era Stingy.

- ¿Os llevo al instituto? —Preguntó el pijo sonriendo, fardando su coche nuevo.

- Bonito vehículo, Stingy. —Respondió la pelinegra.

- Lo sé, es mío.

Las chicas subieron al descapotable. Stephanie iba en el asiento de atrás y Trixie en la parte del copiloto.

La pelinegra observaba el paisaje, las villas de los más ricos se encontraban cerca del centro. Sus hijos iban al colegio privado y no al público.

¿Qué se sentirá tenerlo todo?
Ir de viaje; comer o cenar en un restaurante; visitar museos; tener una biblioteca en tu propia casa; una piscina privada; tener tu propio coche...

- Trixie - la llamó Stingy -, cuando te apetezca puedes bajar de mi coche.

- ¡¿Ya estamos en el instituto?!

Los tres bajaron del coche. Stingy tenía clase de biología mientras que ellas tenían gimnasia y habían quedado con Ziggy delante del centro.

Pixel y Stingy iban a casi todas las clases juntos, en algunas coincidían los cinco. Y a veces, alguno le tocaba ir en solitario.

- Si que habéis llegado pronto. —Dijo Ziggy al ver que las chicas habían venido diez minutos antes al colegio.

- Han venido en mi coche - contestó Stingy mostrando las llaves de su vehículo -. Ya vendrás conmigo y te llevaré a dar una vuelta.

Ziggy se emocionó, nunca en su vida se había subido a un descapotable.

- Nos vemos.

Stingy se despidió y se marchó. Los otros tres se fueron a los vestuarios.

Nunca pruebes el alcohol - TringyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora