Canción (Segunda Parte)

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- Déjame pasar, Stingy.

- ¡No! - contestó el chico - Puedo hacer esto, puedo hablar con Ken...

- ¡PEGUÉ A SU NOVIA, STINGY!

- ¡YA SE QUE GOLPEASTE A LA IMBÉCIL DE SU NOVIA QUE NI ELLA NI SUS AMIGAS FORMAN MEDIA NEURONA!

Una señora se asomó a la ventana gritando a la pareja que callara la boca que no eran horas para ir levantando la voz y molestando a las personas.

- ¡MÉTASE EN SU CASA, SEÑORA!

Trixie gruñía como un perro rabioso. La respuesta de la mujer fue llamarla maleducada y sinvergüenza algo que a la adolescente le daba igual. Stingy la cogió de la mano y se la llevó debajo de su casa del árbol.

- ¿Qué hacemos?

- Uno - le dijo el chico -, te relajas un poco y, dos, sé que Ken no querrá hablar conmigo porque ese tipo está paranoico perdido y si alguien toca a su chica, lo elimina del mapa.

- Puedo sola, Stin...

Su reacción fue golpear el árbol con su puño causando que algunas hojas cayeran al suelo. Aquella reacción excitó a la pelinegra. Desde hacía un tiempo, Trixie supo que su amigo pertenecía a otro nivel de varón. Stingy era muy distinto de los demás; era caballeroso y respetuoso con las mujeres y un hombre cuando debía enfrentarse con alguien más grande o de su mismo tamaño para pelear, siempre lo hacía solo.

Stingy se acercó al oído de Trixie, susurrándole: Nunca más me respondas que lo vas a hacer sola, ¿me explico?

El chico apoyó su otra mano en el tronco, acorralando a Trixie debajo de la casa del árbol esperando una respuesta de esta. Sin embargo, ella observó su puño que empezaba a salir sangre.

- Te... te está sangrando tu mano...

- ¿Y?

Stingy se acercó a unos pocos centímetros del rostro de la pelinegra, apunto de rozar su nariz con la de ella, comentándole de nuevo que fuera la última vez que le afirmase de ir sola a pelearse con esos brutos.

- Sí.

- Sí, ¿qué?

- Que... vamos juntos.

Stingy comenzó a tranquilizarse.
Ver a Trixie como un ratoncito asustadizo le excitó a tal punto que la besó acercando su cuerpo con el de ella.

Separó unos segundos sus labios de los labios carnosos de la chica. Ella lo cogió de la camisa para besarle de nuevo. Ambos se comían sus labios jugando con su lengua. Stingy pasó de su boca al cuello de ella causando que Trixie estuviera muy húmeda. Las manos del chico apretaban su cintura y ella solo cerraba los ojos por el placer que le estaba dando Stingy con sus dulces besos en su cuello.

El pijo dejó de besarla ahí a darle pequeños besos en sus mejillas y frente.

- Esta bien, Stingy - la pelinegra lo alejó un poco -. Me tengo que ir.

Trixie se alejó de él regresando a su casa. Stingy estaba muy excitado.

Nunca pruebes el alcohol - TringyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora