Nunca pruebes el alcohol - Tringy

La basura (Primera Parte)

Trixie estaba preparándole la cena a su madre, quien estaba otra vez tumbada en el sofá del salón con dos vasos de Bourbon encima. La adolescente le hizo un sándwich mixto para que comiera algo, ella decidió hacerse unos huevos revueltos y un pimiento asado. Cuando estuvo todo listo, fue a despertar a su madre.

- Mamá - la tocaba con suavidad -, mamá tienes que cenar, te he preparado un sándwich mixto como a ti te gusta.

- No tengo hambre, joder. Come tú, no tengo apetito.

- Mamá, por favor, pégale solo un bocado y luego te tumbas otra vez.

Bárbara se incorporó, se frotó sus ojos y antes de ir a la cocina acudió al lavabo para limpiar su rostro y despejarse un poco.

La mujer se veía en el espejo del baño. La vida le había tratado mal cuando su ex marido se divorció de ella tras haberla engañado con una amiga suya, pero ella fue la culpable de empezar a beber y olvidar sus problemas con alcohol.

No volveré a beber - se decía a sí misma -, pero que mentirosa eres Bárbara. Dices la misma trola veinte veces al día en tu cabeza y ella solo te envía a consumir más y más alcohol.

Bárbara se recogió el pelo con una coleta mal echa y se fue a la cocina. Trixie le había puesto un poco de refresco al vaso de su madre porque el agua la detestaba.

Bárbara se sentó y empezó a dar pequeños bocados a su sándwich mixto. A pesar de que solo quería beber vodka, Bourbon, Martini y whisky del barato debía hacer un esfuerzo para llevarse a su estómago alimentos sólidos.

El silencio se cortaba con el sonido de los cubiertos que hacía Trixie para cortar el pimiento y los huevos revueltos. Su madre la observaba y para romper el hielo preguntó:

- Ese Matthew, ¿te había preguntado algo?

- Lo único que ha hecho es asegurarse de si de verdad llevas tres semanas sin beber alcohol, le he contestado que sí, pero el muy idiota no paraba de insistirme.

- Qué obsesión - decía Bárbara bebiendo un poco de refresco -. El gordo y la mosquita muerta menuda pareja hacen.

A Trixie se le escapó una risilla y Bárbara empezó a reír. En realidad, la pelinegra amaba a su madre, ¿cómo no lo iba a hacer si ella le dio la vida? Por desgracia, tuvo que pagar un precio muy alto, aguantar el estado de embriaguez de su madre casi todos los días a todas horas.

Tras finalizar la cena, Bárbara estaba de nuevo tumbada viendo un programa de prensa del corazón, Trixie fregó los platos, recogió la basura y fue a echarla al contenedor delante de su casa.

La pelinegra abrió la puerta y cogió las llaves por si su madre la dejaba fuera del hogar. La chica se dirigió al contenedor y tiró la bolsa de basura en el. Se dio la vuelta para regresar de nuevo a la casa, pero el inspector de servicios sociales, Matthew, se puso en medio.

- Don Matthew - Trixie se quedó sorprendida por la presencia del hombre -, ¿qué hace aquí?