Bourbon

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El sábado por la mañana, Trixie tuvo que ir a acompañar a su madre a la tienda que había cerca del ayuntamiento. El alcohol estaba más barato que en el supermercado de las afueras de Lazytown. También, debían comprar productos de higiene femenina, comida y bolsas de basura.

La menor se puso un vestido que tenía de hace dos años. Debajo de la falda llevaba puestas unas mallas por si el aire se la levantaba, así los mirones se aguantarían al no poder ver las bragas a una menor.

En cambio, Bárbara iba con una camisa de manga corta con unos pantalones rotos y una chaqueta de cuero.

La luz del sol le molestaba a la mujer y se puso sus gafas para proteger sus ojos.

- Es bueno que te de un poco de luz solar, mamá. Así coges vitamina D.

- ¿Y para qué? Si te todas formas nos tenemos que morir.

El pesimismo de Bárbara le sacaban de quicio a su hija en más de una ocasión. Siguieron andando hasta llegar a la tiendecita. Trixie fue a por los productos que debía comprar y su madre se quedo en la sección de licorería.

¿Dónde coño estará el jodido Bourbon?

- ¡NIÑA! 

Bárbara gritaba a la dependienta y su hija fue de inmediato donde estaba su madre.

- ¡Mamá! - le gruñó a regañadientes - ¡¿Por qué gritas?!

- ¡No encuentro el maldito Bourbon y estos cabrones solo ponen que cerveza!

- ¡El Bourbon lo tienen ellos detrás de sus espaldas! ¡Las bebidas blancas lo suelen tener bajo llave y detrás del mostrador!

- Pues podrían poner un cartel, yo que sé.

La chica cogió de la mano a su madre y se fueron a la caja. Bárbara le pidió a la joven que le diera la botella de alcohol, la cajera lo hizo y cobró toda la compra.

- Serán unos 33.05$.

- ¿33 pavos? - Trixie volteó los ojos - ¿Cuánto cuesta el Bourbon?

- 14 dólares, ¿se lo quiere llevar?

- ¿A usted qué le parece, encanto?

Bárbara buscaba su monedero, mientras que la cajera estaba empezando a mirarla mal. Al sacarlo, sacó todo el efectivo que tenía. Trixie se estaba desesperando.

- Le faltarán unos cinco dólares - dijo la cajera mirando a Trixie de manera superficial -, puede dejar el Bourbon y venir más tarde.

- ¡¿Y por qué rayos debería hacer eso?!

- Señora, no hace falta que sea tan grosera conmigo.

- ¿No? Me está sacando de quicio.

- ¡Mamá! - le interrumpió su hija - Tenga - le dijo a la cajera -, tengo cinco dólares justos.

La empleada los tomó y ambas se fueron. A Trixie le estaba empezando a caer la cara de vergüenza, sin embargo, su madre andaba como si nada hubiera pasado.

Nunca pruebes el alcohol - TringyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora