Simplemente desconocidos

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Los días volaban hasta llegar al viernes. Durante los días de por medio, la «pareja» no se hablaba.

En el recreo, ambos se sentaban sin dirigirse la palabra. Ella no quería recordar aquel lunes ni él quería olvidar ese día.

El informático empezó a hablar sobre las nuevas atracciones que iban a poner en la feria. La pelorosa comentó que su tío todavía no le había dicho nada de cómo iban a ser de organizadas el tema de los conciertos; charangas; fuegos artificiales y atracciones de la feria. Ziggy solo confesaba su amor por los algodones de azúcar y manzanas de caramelo. 

- ¿A vosotros dos qué os pasa? - preguntó Pixel a la «pareja» - Es la primera vez que os veo muy callados.

Stingy dejó de comer y Trixie continuó devorando su almuerzo ignorando completamente la pregunta del informático.

- Chicos - añadió Stephanie -, ¿qué os pasa?

- Sí, nunca os he visto de ese modo - agregó Ziggy -. Da miedo veros tan callados.

- ¿Por qué no hablas, Trixie?

La aludida levantó la mirada de su sándwich viendo con esos ojos inexpresivos la mirada ardiente de un chico que quería entrar en su vida y salvarla. Trixie no quería ser salvada por nadie ni mucho menos por alguien que lo considera amigo y nada más.

- ¿Por qué no hablas, Trixie? - volvió a preguntar el pijo - ¿Por qué?

La respuesta de la aludida fue echarle su vaso de agua en su rostro. Stingy lamió sus labios con su lengua para saborear el agua que le había echado «su chica».

- Esa es mi respuesta - contestó ella -, espero que te hayas quedado satisfecho.

Trixie se levantó de la mesa recogiendo sus pertenencias excusándose de que debía ir al servicio de inmediato.

El grupo se quedó pasmado al presenciar esa reacción de la pelinegra. En el fondo, sabían que Trixie era una chica ruda con un carácter bien fuerte y que Stingy era muy tranquilo. Stephanie fue a buscar a su amiga para saber que es lo que había pasado entre ellos dos.

En el servicio del patio, Trixie se lavó el rostro con agua fría. Se miraba en el sucio espejo. Se odiaba por haberle hecho eso a Stingy, pero se lo merecía o eso es lo que le decía su mente y no su corazón. La adolescente volvió a observarse en el espejo y detrás suya estaba Victoria.

- Espero que estés mejor, Victoria. Siento mucho lo que te hice el lunes, pero me pillaste cabreada - la chica se dio la vuelta para hablar cara a cara con ella -. Por cierto, ¿cómo estás?

- Solo voy a decir que bien - respondió Victoria -, supongo que me lo merezco. Nadie me había golpeado con una raqueta de pádel y, sin embargo, llegaste tú con tu carácter podrido de chica ruda y me diste con aquella raqueta, que por cierto te quedó bien poco para romperla sobre mi cráneo, haciendo que tuviera una brecha desagradable. Parezco Chucky, pero en versión humana.

- Solo se me cruzaron los cables.

- A Ken también se le cruzan - Trixie sonrió sabiendo que mañana tiene pelea -. Rézale a tu dios porque Ken acabara contigo.

- Tendrá que intentarlo, Victoria.

Aquella chica se fue, encontrándose de cara a Stephanie.

- No sabía que Victoria había salido del hospital - comentó la pelorosa -. Oye Trixie, ¿qué...?

- No quiero hablar del tema, Pinky.

- Esta bien.

Trixie estaba de brazos cruzados, pero abrazó a su amiga evitando llorar. 

Nunca pruebes el alcohol - TringyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora