- Iba paseando - empezó a hablar el hombre rechoncho -, y al verte me ha parecido buena idea saludarte.
- Entonces, hola.
Trixie sabía que es lo que quería el hombre. Por lo que, intentó disimular sus nervios que resurgían a flor de piel.
- Quería comentarte un hecho increíble, Trixie - el hombre se acercó a la adolescente acariciando su mejilla -. Tú sabes que yo tengo poder en mi departamento, y esta mañana he tenido que convencer a Nicole de qué tu madre no iba pasada de alcohol. Le olía el aliento a Martini o, tal vez, ¿vodka?, no lo recuerdo. Sería un grave error que alguien acudiera por sorpresa a vuestra casa y ver que tu madre no lleva para nada tres semanas sobria.
- Mi madre lleva tres semanas sobria, Don Matthew. ¿Qué es lo que quiere exactamente?
- Tu madre, no esta sobria y puedo entrar en tu casa y corroborarlo. Los alcohólicos nunca se curan y, sobre todo, cuando hay servicios sociales de por medio. No es un milagro.
Trixie empezó a asustarse. El hecho de ir a un centro de menores o estar en una casa de acogida no era muy gracioso, tampoco para su madre qué esperaba a que su hija cumpliera la mayoría de edad para que los servicios las dejaran de molestar.
El hombre gordo supo acorralar con el miedo a la joven, quien quería meterse en su casa enseguida.
- ¿Qué es lo que quiere, señor?
- Podemos dar una vuelta, hablar y hacerme un trabajito oral.
- ¿Cómo?
Las lágrimas salieron sin pausa de los ojos de la pelinegra. Matthew estaba feliz de ver cómo esa pobre cría se iba desmoronándose lentamente. Matthew iba a dar el siguiente paso, pero como si se tratase de un ángel de la guarda, Stingy apareció interrumpiendo al hombre.
- Trixie - sonrió el pijo -, ¿también sueles tirar la basura a estas horas?
Stingy miró al hombre, gravó su gordo rostro en su memoria. El adolescente se puso en medio de los dos y el rechoncho tuvo que alejarse un poco para que hubiera espacio entre ellos.
- Usted, ¿quién es? —Preguntó Stingy.
Matthew se dio media vuelta y se marchó a su Chevrolet negro de la década de los noventa. Stingy se giró y vio como Trixie permanecía callada con los ojos cerrados y con las mejillas que brillaban por sus lágrimas.
Aquel Chevrolet encendió motores, pasando por delante de la pareja. Stingy observó al hombre sin parpadear y Matthew hizo lo mismo.
El hombre se fue con su vehículo y la soledad de la noche resurgió entre el pijo y la pelinegra.
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Nunca pruebes el alcohol - Tringy
FanficLa vida de Trixie es un caos con tan solo 17 años tras lidiar con una madre alcohólica desde pequeña. Con el tiempo, Stingy empieza a sentir cosas por ella deseando ser su perro fiel e intentar salvarla. Ambos deberán sobrellevar peleas, amenazas f...