Nunca pruebes el alcohol - Tringy

Mallas (Segunda Parte)

La pelinegra volteó los ojos y se dirigió al vestuario femenino para quitarse el olor a perro mojado e ir al despacho del director. Mientras tanto, Victoria se encontraba en el suelo con la mano en su cabeza y un hilo muy fino de sangre que entrelazaba sus dedos.

- Madre de Dios, ¿qué le habrán dicho a Trixie para que se haya puesto a golpearla? —Preguntó Ziggy en voz baja a Stephanie.

-Ni idea, pero que sea lunes y que tenga que ir a primera hora al despacho del director no le hará mucha gracia.

Después de ducharse y vestirse, la chica cogió sus pertenencias. Antes de ir al despacho, fue a su taquilla para dejar la bolsa de deporte. Allí, el pijo la llamó abriendo su taquilla para dejar unos libros.

- ¿Ya se ha acabado la clase de gimnasia?

- Todavía no. —Respondió secamente la chica.

- ¿Qué te pasa?

Ella iba a hablar sobre lo que había sucedido, pero en vez de hacerlo, suspiró y confesó: Solo he echo una bobada.

Antes de largarse, Stingy quería saber la verdad de por qué su amiga iba al despacho del director.

- ¿No tienes clase? —Preguntó molesta Trixie.

- Sí. La profesora ha decidido que vayamos al laboratorio a enseñarnos a cómo hacer pasta de dientes. He venido a dejar mis libros.

- Me alegro, nos vemos.

Stingy sonrió e hizo un gesto con la mano como despedida.

Trixie se fue al despacho del director, y mientras se alejaba, él observaba el trasero de su amiga.

Qué trasero más bonito tienes Trixie - Stingy se rascó la nuca al pensar aquello -, sé un poco más respetuoso, desgraciado.

Una vez que llegó al despacho, tocó la puerta. La secretaria se alegró de ver a la joven.

- Trixie, me alegro de verte. No en el despacho del director, pero me alegro de verte.

- ¿Cómo está, Audrey? - la mujer dejó pasar a la menor - Me envía el profesor Kallengy a ver al director Shawn.

La mujer mostraba una sonrisa cálida como hacía siempre. Antes de entrar, la secretaria de unos 52 años, habló con el director y este ordenó que la joven entrase en su despacho.

- Trixie Kolman - dijo el hombre sentado en su silla acolchada -, me ha informado el señor Kallengy de un altercado en que usted le ha golpeado a una compañera de clase con una raqueta, ¿me podría explicar qué es lo que ha pasado para que haya reaccionado de esa manera?

Trixie suspiró entrelazando sus dedos con ambas manos y mirando con cara de pocos amigos al director Shawn. El hombre, al no obtener una respuesta, amenazó a Trixie de llamar a su madre.

Esta durmiendo en su cama con un aliento a whisky que tumba a cualquiera que es capaz de resucitar a los muertos.

- Respóndame, Kolman.

El director Shawn esperaba una respuesta de la menor.

- Llame a mi madre, señor, haber que le contesta.

- No me gusta su chulería Kolman, no es la primera vez que acude a mi despacho por algún que otro altercado con las mismas chicas de siempre. Esas que son Victoria, Samantha, Candela, Mónica, Jennifer y Merlina; esas chicas que a muy a mi pesar usted les molesta.

- Tengo a mis amigos que le pueden corroborar que lo que acaba de decir, señor Shawn, es mentira.

- ¿Cómo ha dicho?

El director, Steve Shawn, era un pariente cercano a Jennifer. La más mimada de su grupo de amigas, quienes a veces la apodaban entre ellas cuando no estaba la chica, niña de papi.

- Esta bien - dijo el director sabiendo que su sobrina y sus amigas eran quienes se metían en problemas y perjudicaban a los demás -, márchese pero a la próxima la expulsaré y no se graduara. ¿Comprendido?

-Sí.

Trixie se levantó de la silla y se fue a la cafetería. Quedaban unos quince minutos para que se finalizara la clase de gimnasia e ir a la de matemáticas.