Bajo amenaza

3 1 0
                                    

Stingy se despidió de la chica. Ambos no se besaron, ni siquiera hubo un beso en la mejilla. El chico se fue andando hasta a casa con los puños metidos en los bolsillos de su chaqueta manchados con la sangre de Ken. En el camino, las lágrimas salían con velocidad en los ojos del chico. El hecho de haber escuchado la triste historia de Trixie le había convertido en un ser miserable.

El espíritu salvador nació aquella noche en el interior de Stingy. Él debía salvar a su amante; necesitaba darle la mano para que ella no cayera en el abismo de sus desgracias; tenía que hacerlo.

Stingy llegó a su casa. De pronto, apareció su padre y lo abofeteó cuatro veces, dos en cada mejilla. Pero no fue suficiente, con su mano cogió de la pechera a su hijo abofeteándolo una vez más y otra; y otra; y otra hasta que Stingy tuviera las mejillas completamente rojas.

El hombre tiró al suelo a su heredero con fuerza. Abraham se quitó el cinturón y con la anilla empezó a golpear a su hijo en la espalda y en sus muslos.

Stingy intentaba levantarse, pero su padre le dio con la anilla cerca de su cuello y volvió a caer. El chico levantó la mirada y Trevor estaba de pie en la escaleras observando la escena. El joven quería que su progenitor dejara de golpear a su hermano pequeño con el cinturón.

- ¡LEVÁNTATE STINGY! - su padre le gritaba como un poseso - ¡AHORA!

Stingy se levanto adolorido por los golpes que había recibido en su espalda.

- ¡¿DÓNDE HAS ESTADO?!

- Con unos amigos, padre.

- ¡¿AMIGOS?! - su padre se percató de las manos de su hijo - ¿Y por qué tus manos están manchadas de sangre?

- Solo he tenido un pequeño percance con unos chicos, padre.

- Has estado en la casa de la borracha de la Kolman, ¿me equivoco?

Stingy no tenía escapatoria, su padre ya lo sabía, era una tontería contar una mentira cuando Abraham era conocedor.

- Sí, he estado en casa de Trixie Kolman y no me arrepiento.

Abraham volvió a abofetear a su hijo. Con su mano apretó sus mofletes y con una mirada cegada por la ira que sentía el hombre porque su hijo se veía con una joven no apta para la familia, lo amenazó:

- Que sea la última vez, Stingy, que acudes a la casa de esa chica cuya madre es odiada por todo Lazytown. La hija de la borracha no es buena para una familia como nosotros.

- ¿Y si quiero estar con ella, padre?

- Despídete de ser un Kübler, entonces, porque en mi casa mis herederos nunca, ¡NUNCA SE JUNTARÁN CON MUJERES VULGARES!

Stingy se dio la vuelta y se largó a su habitación. Aquella noche no cenó, solo se limitó a curarse las heridas y poner hielo en sus mejillas.

Nunca pruebes el alcohol - TringyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora