Audio

5 2 0
                                    

- Hola Stingy - de fondo se escuchaba a Pixel hablar con Stephanie y Sportacus -, nosotros estamos yendo a casa de Stephanie. Ella y Sportacus se han topado con Ken y Roger. Le han retado a Sportacus para pelearse mañana a las nueve de la noche en el aparcamiento cerca del Hospital Washington. La cosa anda algo movidita. ¡Nos vemos!

- ¡¿Ken se va a pelear contra Sportacus?! - Trixie no dio crédito a sus oídos - ¡Esos tipos están locos!

- No se van a pelear porque yo me voy a meter en la pelea.

Stingy se dirigió a la entrada de la casa y Trixie fue tras él.

- ¡Stingy, tanto Gallagher como sus amigos son unos chalados...!

- Trixie, seré muy bueno con la gente y muy educado, pero nadie se mete con mis amigos. ¿Lo entiendes?

- Lo comprendo perfectamente, ¡pero no quiero que hayan peleas de por medio y ensuciando a los demás!

- ¡YO ME ENCARGARÉ PERSONALMENTE DE QUE KEN JAMÁS VUELVA A ANDAR!

Stingy parecía un toro cabreado. Ambos sabían que si el macarra de Ken estuviera delante de ellos, el pijo acabaría con él.

- Voy un momento a casa de Stephanie, seguramente, estarán debatiendo y me de tiempo a hablar con ellos. Quédate con tu madre, hablamos más tarde.

La reacción de Trixie le sorprendió a Bárbara, quien apoyaba la mano en el marco de la puerta escuchando la conversación, su hija había abofeteado al joven.

- Me lo merezco - confesó Stingy -, pero me tengo que ir.

Antes de salir de su casa, la pelinegra lo abrazó por detrás. Aquel abrazo estalló el corazón de Stingy en mil pedazos. Él se giro y le devolvió su calor corporal.

- Lo siento - dijo ella -, no quería abofetear tu bonita mejilla. Yo solo...

Trixie se puso a llorar y Stingy tuvo que soportar su dolor como un hombre. Levantó la carita de la pelinegra que para él era su ángel.

- Voy a ir a casa de Stephanie y hablar con Sportacus, quédate con tu madre y cierra bien las ventanas y la puerta. Si llaman al timbre, no abras y mira a través de la mirilla. Voy a estar bien.

Stingy beso a la pelinegra probando de nuevo sus labios carnosos que tanto anhelaba en los días que apenas hablaba con ella.

- ¡Eso es, cómete los morros de mi niña, chaval!

Bárbara rompió el ambiente entre los dos adolescentes. Stingy se fue riéndose mientras que Trixie deseaba ahogar a su madre con agua bendita.

Nunca pruebes el alcohol - TringyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora