Cartas

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Narrador Omnisciente

Los colores de un nuevo día resplandecen en la habitación de Nabi, se alistaba para irse al Karasuno, guardaba sus cosas en su bolso y tambien un pequeño sobre de color gris.

Sonrió al verlo y salió de casa, el camino al Karasuno siempre era ameno para ella, las hojas de los árboles se movían con el viento, el clima mañanero siempre sería hermoso de ver.

Al llegar, no pudo ver a ninguno de sus amigos ni a Daichi, sonrió satisfecha.

Estaba nerviosa, demasiado, se acercó al casillero de Daichi y guardo el sobre gris en este. Aprovecho que no había nadie por el lugar y salió corriendo, eso no fue muy tranquilo de mi parte, pensó.

Se le había declarado a Daichi de la manera que quería y pensaba que sería una forma romántica, deseaba con tanto anhelo que fuera correspondida aunque sus amigos le hayan dicho que lo sería no estaba del 100% segura.

Llegó al salón y no había casi nadie solo estaba Shimizu y algunos más compañeros.

— Buenos días Shimizu-chan — se sentó la chica con felicidad, Shimizu solo rio, sabía porque estaba así, ella la había aconsejado de que dijera todos sus sentimientos de una forma en la que pudiera expresarse bien.

— Buenos días, pareces muy alegre el día de hoy —

— Lo estoy, aunque no sepa que va a pasar, lo estoy, tengo un buen presentimiento — sonrió grandemente, mientras su compañera reía.

Las clases pasaron y Nabi no se había encontrado con Daichi, ¿Será que no vino el día de hoy? Pensaba ella.

Daichi se encontraba caminando a paso rápido al casillero de la chica, dejaría el sobre de color marrón en ese lugar y se iría al suyo por los cuadernos del día, se había quedado hasta tarde arreglando su declaración que no escucho la alarma y se quedó dormido.

No vio a nadie en el pasillo así que dejó rápidamente el sobre y salió disparado hacia el suyo, pero así llegara lo más rápido posible ya se había perdido de todas sus clases, suspiro pesadamente, el correr desde su casa lo había cansado notablemente, aunque no tanto como si jugará varios sets de voleibol.

Abrió su casillero y de este cayó algo al suelo, miro con confusión, era un sobre gris, lo tomo en sus manos tenía como sello un lindo corazón rojo.

El se confundió, no sabía quién le había dejado eso ahí, y nunca se le pasó por la mente aquella pelinegra que tanto le gustaba.

Salió del lugar para ir a hacia el gimnasio que ahora se encontraba totalmente solo, lo abrió y no vio a nadie, suspiro y se sentó en el suelo mientras abría aquel sobre. Dentro tenía una hoja pequeña perfectamente doblada, la tomo en sus manos y la abrió, pudo ver la perfecta caligrafía de la persona que le había dejado esa carta ahí a el.

Daichi:

Se que esto es algo duro de decir personalmente así que mejor decidí decírtelo por esta carta.

Desde que te conocí sabía que algo vendría contigo, sabía que me ibas a hechizar de tal forma que solo mis ojos puedan verte a ti, y es que desde que ví tus perfectos ojos, me enamore totalmente de ti, creo que me entregaría en cuerpo y alma si me lo pides.

Estoy tan enamorada que cada día que pasa te pienso con más fervor, con más amor, con más deseo, no solo me he enamorado de tú físico, por qué si, eres hermoso Daichi, todo de ti es hermoso, si no que me enamore también de tus pensamientos, de tus palabras, de tus jugadas, de tus sentimientos, cada cosa que has hecho por mi, cada acción, cada palabra que has dicho ha llegado hasta el fondo de mi corazón.

Dos Capitanes, Dos Corazones • Daichi SawamuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora