Capítulo 1: ¿Dónde nacen los sueños? || Parte 1

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Los sucesos de la noche anterior dejaron a más de uno sin pegar ojo. La criatura de la arboleda les había hecho una visita, y aunque no era la única que habitaba el bosque oscuro, ninguna se había atrevido a acercarse tanto. Era muy temprano todavía pues el olor a pan recién horneado de la mañana llenaba aún todas las casas. Los aldeanos ya se estaban reuniendo en su posada favorita, la única de toda la Aldea de Cepir, que también servía de taberna. 

No podían dejar impune los actos de la criatura. Se sentían cada vez menos seguros, algún día irrumpiría en el poblado y, ¿qué harían entonces? 

La arboleda no era segura, aunque realmente nunca lo había sido, este solo es una de las tantas presencias que la habitan. 

El alboroto dentro de la posada se podía escuchar incluso desde fuera, ya había una buena multitud dentro. Todos debatían de lo que deberían de hacer con respecto al ser. El salón era amplio, con un grueso pilar de madera roja como toda la que había en la aldea, que servía como soporte principal. A su alrededor se disponían las mesas, todas ocupadas.

Una joven de pelo largo y dorado, elaborado con dos delgadas trenzas que se ataban a la parte trasera de su cabellera, se movía de un lado a otro atendiendo a los diferentes clientes con rapidez. 

—No entiendo cuál es el problema, él no ha hecho nada aún —interrumpió la joven bruscamente, colocando un par de jarras de madera frente a dos robustos hombres que estaban sentados en una mesa, hablando del tema en cuestión. 

La chica se cruzó de brazos observándoles acusadoramente, esperando una respuesta por su parte. Los hombres agarraron sus jarras y se miraron entre ellos por un instante para luego romper en una ruidosa carcajada. 

—Eres muy graciosa, Mana —dijo entre risas uno de los hombres antes de tomar un amplio trago del contenido de su jarra. 

—No sé qué tiene de gracioso —gruñó Mana.

—Es una deidad, chica —respondió el mismo hombre, luego de limpiarse la boca con el dorso de la mano mientras el otro escupió al suelo de la posada al escucharle —. Es cuestión de tiempo que nos ataque al igual que el resto de los suyos. 

Mana iba a protestar cuando alguien pasó un brazo por encima de sus hombros con brusquedad, haciéndola trastabillar. Gruñó, pues sabía de quién se trataba, podía percibir el alcohol en su aliento. 

—Es una criatura —corrigió la persona, luego de aclararse la garganta para llamar la atención —. Y es nuestro deber eliminar a las criaturas —se jactó orgulloso. 

Mana hizo una mueca de burla imitándole, se dio la vuelta rápidamente y lo empujó con fuerza para alejarle de ella. Bajó los brazos y apretó los puños enojada mientras se dirigía hacia la barra. 

—¿Tu deber o tu diversión? —cuestionó Mana mientras se alejaba, irritada. 

El hombre hizo el mismo gesto burlón que ella.

—Llévanos un par de cervezas al fondo —vociferó para que le escuchase por encima del bullicio.

 —Ya puedes llevarlas tú solito —protestó Mana casi al instante, sin detenerse. 

Los hombres aún sentados en la mesa rompieron a carcajadas. 

—Se nota que es tu hija —señaló uno de ellos divertido. 

El Dios de la Arboleda                           #premiosadam2024 / #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora