Capítulo 39

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Sentiste que alguien intentaba despertarte, no querías. Sentías tu cuerpo pesado como si solo hubieras dormido un par de horas. Y eso le hacia saber a tu cuerpo que aún no se había completado la fase ren del sueño. También escuchaste un pequeño llanto de bebé, eso te alarmó.

—Nora tiene hambre, vamos levantate— Era Merle, no te habría despertado por otro motivo.

Abriste los ojos y viste a la pequeña lloriqueando. Te incorporaste para quedar sentada en la cama y notaste tu cuerpo desnudo. Recordaste lo que había pasado horas atrás al notar también un dolor en tu espalda y cadera. Después de la ducha te había llevado a la cama y había hecho que casi te desmayaras de tan duro que te había dado. Lo había conseguido, no querías saber nada de sexo en un par de días por lo menos.

—Toma— Merle te dio a la pequeña y le empezaste a dar el pecho haciendo que dejara de llorar.

—Traeme algo de ropa, porfa— Le pediste pues no querías comprobar aún si te dolería al andar.

Merle asintió mientras abría tu armario y buscaba.

—¿Qué tal lo de antes? ¿Quieres repetirlo?— Pregunto pícaro dejando un conjunto de ropa en la cama. Se te hormigueo la nuca.

—Bruto, me duele todo— Le hechaste en cara él se rió y se acomodo a tu lado en la cama.

—No creo que digas que no te gustó— Beso tu mejilla y te pico con su barba.

—¿No crees que viene siendo hora de afeitarte?— Le preguntaste algo estrañada, Merle siempre había ido afeitado, alomejor con barna de 2 días.

—Hmmm— Llevo una de sus manos a su barbilla comprobando sus pelos.—Me he quedado sin cuchillas— Dijo pensando en cuando podría ir a buscar más, desde que nació Nora no tenía muchas ganas de salir del recinto.

—Me hace cosquillas— Dejaste a Nora en la cama para ponerte la camisa holgada que que Merle había escogido para ti junto a un short corto. Le gustaba ese conjunto para tí.

Merle metió su cabeza en tu cuello y sentiste como pasaba su mandíbula por este, haciendote cosquillas.

—Jajajaja ¡para!— Empujaste su cabeza lejos de tí, pero la volvió a acercar ahora dejando algúnos besos en tu clavícula.

Mientras reías con Nora de vuelta en tu regazo te fijaste en algo en tu mano. ¿Un anillo? El cuál obviamente antes no estaba ahí. Parecía un anillo de matrimonio, miraste las manos de Merle y él también tenía uno.

—¿Y este anillo?— Preguntaste elevando tu mano para velo de cerca, era muy bonito y tenía incluso un diamante incrustado.

—Pues si que has tardado...— Contestó Merle algo nervioso, no sabía cómo te lo ibas a tomar.

—¿Me lo has puesto tú?

—¿Quién si no?— Dijo divertido, tomaste su mano para ver de cerca su alianza, la suya era simple, solo una anillo de plata y ya.

—La tuya no me gusta— Dijiste con una mueca en la cara. Volviste a mirar la tuya, era brillante.

—No eres tú la que la va a usar— Te tomo ambas manos —Entonces... ¿quieres casarte conmigo?— Le costo mucho preguntarte, se sentía raro, pero consiguió hacerlo.

Giraste tu mirada de la sortija hasta él,  analizando sus palabras. ¿Te estaba pidiendo matrimonio?

—¡Sí!— Respondiste al momento por si acaso Merle cambiaba de opinión— Sí, sí, si, ¡claro que sí!— Te levantas a dejar a Nora en su cuna para poder saltar sobre él a besarle.

Merle se sintió aliviado entre tus labios y dejó que por una vez guiaras tu el beso. Disfrutándolo mientras te acariciaba la espalda.

No sabías que unas simples palabras podían hacerte tan feliz, ahora entendías porque las mujeres se emocionaban tanto con esa propuesta. Significaba muchas cosas.

—Si hubiera sabido que te ibas a poner así te lo decía antes— dijo cuanto te calmaste y te quedaste en la cama acurrucada en su pecho.

—Me lo hubieras pedido mucho antes— Reprocharte.—No sé porque has tardado tanto.

—Bueno, bueno ¿Te gusta tu anillo? Es de oro, este es un diamante de verdad— Dijo tomando tu mano y tocando el pequeño diamante.

—Es precioso, me encanta— Volviste a mirar la joya en tu mano.

Sentiste como besaba tu frente, no lo entendías, pero para él así te estaba dando las gracias por aceptarle.

•••

Durante el resto del día no dejabas de sonreír y mirar tu mano. Incluso te pusiste guantes para lavar los platos. No querías quitarte la alianza por nada del mundo.

No tenía mucho sentido el matrimonio en este mundo apocalíptico, pero aún así sentías que tú vida era perfecta.

—Hey Alejandra— Daryl llamo tú atención entrando a la cocina. Le saludaste esperando que siguiera—Mañana iré a por provisiones, ¿Nesesitais algo?

Te lo pensaste un momento, hacia meses que no salías de esa casa.

—¿Puedo ir contigo?— No lo dudaste, sería una oportunidad de ver cómo estaba el mundo fuera.

—¿Quieres venir? No sé sí Merle me deje llevarte por ahí fuera, podría pasarte algo— Se rasco la nuca indeciso por tu propuesta.

—Él no es mi jefe ¿Sabes?— Te cruzaste de brazos indignada.

—No sí, sí lo sé, es solo- No lo dejaste terminar.

—Voy a avisar a Merle— Saliste de la habitación directa ha buscar a tu marido.

Saboreaste ese pensamiento, ahora podías llamarlo así y llamarte su esposa.
Sonreíste inconscientemente.

Al llegar a donde estaba Merle lo observaste con ternura. Estaba ajitando sus llaves frente a Nora, eso le hacia reír e intentar agarraslas.

—Qué mona es...— Comentaste haciendo notar tu presencia.

—Dile hola a mamá— Movió un bracito de Nora a modo de saludo.

—Mañana iré con Daryl a por provisiones— Merle puso tu atención en tí y pareció pensar un segundo.

—¿Con Dary?— Asentiste a su pregunta— Está bien, ten cuidado— lo último lo dijo algo preocupado.

—¿Entonces te parece bien?

—Bueno... Antes tengo que hablar con Darylina un momento— Te paso a la bebé para ir por donde habías venido.

Ladeaste la cabeza confundida, bueno, se lo había tomado bastante bien.

Merle DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora