Capítulo 38

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Llegaste hasta donde estaba corriendo y le frnaste poniéndote frente a él.

—¡Merle pará!—Intemtaste sonar lo más demandante posible.

—Quitate— Y ni aún así podías comprarte a su voz cuando estaba así de consternado.

—Tú... Estás pensando muy mal de mí ahora mismo ¿Cómo puedes creer que haría algo así?— A medida que hablabas empezabas a sentir cierta furia.

Merle te analizó un segundo y relajo esa mirada tan dura. ¿Tal vez se había precipitado? Se lo estaba pensando.

—¿Entonces que hacias desnuda? y recién tuviste un orgasmo— acuso nuevamente, como si no hubieran otras opciones.

—Tiene una explicación— Te cruzaste de brazos—¿Cómo sabes que tuve un orgasmo? No puedes saberlo.

—Se te queda esa cara de tonta...— Dijo todavía resentido, ¿un orgasmo sin él provocándolo? Le ofendía.

Te sonrojaste de vergüenza pero ignoraste ese comentario.

—Estaba...tocándome—susurraste comprobando a. mbos lados del pasillo.

—oh...era eso— se relajó de una vez del todo.

Te acercaste a su oído y empezaste a susurrarle como todo empezó en la ducha y como se desencadenó al llegar a la cama, cuando él entró. Escuchó atentamente y a medida que ibas contando, sentías una de sus manos entrar en tu bata y recorrer tu desnudes. Cuando acabaste las tenías clavadas en tú cintura presionando tú cuerpo.

—No me dejast...- Sus labios en los tuyos no te dejaron hablar más. Sentiste corrientes eléctricas en tu espina dorsal cuando algo duro se restrego a la altura de tu ombligo.— Mmh...Merle— Tú mente disolvió el tema que querías abordar ahora y fue sustituido por otra cosa.

—¿No te basta conmigo? ¿Tienes que masturbarte?— Susurro en tu oído, podías sentir su barba áspera rozar en tu cuello, estremeciéndote.— Tendré que asegurarme de que no te haga falta...— Dejo besos húmedos en tu cuello y clavícula, rodeaste su cuello con tus brazos.

Te pusiste de puntillas para atrapar sus labios con deseo. Subiste una pierna para que te alzace y rodeaste su cintura con ambas piernas. Colgando cual koala te llevo al baño.

—¿Por que al baño? Ya me he duchado— te quejaste, esperabas que fuera a la habitación.

—Yo no y quiero probar esa ducha contigo— Te estremeciste y escuchaste como cerraba la puerta y te dejaba en el suelo.

Se dio la vuelta hacia a tí arrancandote la bata, mientras se desvestía lentamente te observaba. Veía la impaciencia en tus ojos y eso le divertía.

—Metete a la ducha— Demando con esa firmeza que tenía cuando se excitaba. Obedeciste y al segundo entro él.

Encendió el agua y la lluvia artificial se derramó entre ambos cuerpos. Merle sin avisar te tomo del cabello y te pego contra la fría pared de la ducha. Sentías el frío en tu mejilla aplastada contra la cerámica.

—Mmmh...—Jadeaste al sentir como rozaba contra tí su miembro y en una de esas entró.— ¡Ah!— Una queja de dolor salió de tú boca, fue algo brusco.—¡Merle!— Llamaste su atención.

—¿Quieres que pare?— Pregunto mientras empezaba a moverse, está vez para nada suave ni lento, haciendo que el placer rebotará en tu abdomen.

Negaste con la cabeza ligeramente, sentías como tus pechos se aplastaban contra la pared con cada envestida y tus piernas temblaban de placer. Algunos gemidos se escaparon de tu garganta algo fuertes. Eso motivo a Merle, quién gruñía y respiraba agitadamente detrás tuya, a darte más fuerte. Todo lo que podía, ya no aguantabas más en esa posición, ibas a resbalarte o te fallarían las piernas.

—Merle...—Intentaste mirarlo y darte la vuelta a la vez. Él solo te sorprendió pasando una mano por tu abdomen, rodeándolo para pegar ahora tu espalda en su pecho y seguir con lo suyo.

Hechaste tus brazos hacia atrás rodeando su cuello, su respiración fuerte chocaba directamente en el hueco de tu cuello. Unas cuantas estocadas más y sentiste como un dulce orgasmo llegó a tú cuerpo y al de tu acompañante a los segundos también.

Te dejaste caer rendida en la bañera, Merle se acomodo sobre tu cuerpo y con una mano tomó el aparato que os estaba mojando.

—¿Qué tal? ¿Mejor que el orgasmo de pacotilla de antes?— Soltó una suave risa 

Sin duda lo era pero no podías darle ese gusto, giraste la cabeza indignada.

—¡AH!— Soltaste un grito cuando sentiste la presión del agua contra tu clítoris— P-para...— Cerraste las piernas por la sobre estimulación, ya era demasiada, tanto que llegaba casi a doler.

Merle te observaba con una muñeca divertida en su cara, todo esto parecía que le estaba haciendo mucha gracia, lo insultaste mentalmente.

—Abre— ordeno pero negaste efusivamente y las apretaste más— vamos— Él mismo te abrió las piernas y volvió a acercar el agua a tu intimidad, eso te causó espasmos, te aferraste a él e intentaste quitarle el aparato de las manos, pero te sujeto las tuyas.

No pudiste más y explotadte otra vez en un orgasmo mucho más escandaloso.

Merle por fin se aparto de ti y te dejo respirar, se terminó de bañar y apago el agua, salió de la ducha y se coloco una toalla en la cintura.

—¿No vienes muñeca?— Volteaste a verlo desde la bañera , aún estabas absorta y con la mente en blanco.—Estas preciosa así, tan indefensa y desnuda... Ven aquí— Te tendió los brazos para levantarte, lo aceptaste y dejaste que te envolviera con la bata nuevamente.

—Preparate para la segunda ronda en la cama— Dijo mientras volvíais a la habitación.

No sabías si ibas a poder soportar más estímulos pero comprobarlo no le hacia daño a nadie, pensaste.

Merle DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora