Capitulo 15

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Entre abriste los ojos, no era la primera vez que despertabas en esta cama. Habían pasado dos semanas desde que os hospedabais en el hotel.

Pocas ganas tenias de levantarte, Merle aún permanecía dormido a tu lado. Él estaba casi sobre ti , una de sus piernas se posicionaba sobre las tullas y sus brazos te rodeaba la cintura, su cabeza estaba sobre tu pecho y podías sentir perfectamente su pesada respiración. Estaba tumbada boca-arriba, acariciaste su espalda con una mano, te abrazaba como un koala te parecía tierno. Pero mejor que no se enterase, quien lo diría de él ¿verdad? Con lo arisco que podía llegara ser. Así sería imposible levantarte sin despertarlo.

Pero tenias que hacerlo, te levantaste lo más lento que pudiste y quitaste sus extremidades de ti. Él se removió incómodo y se cubrió los ojos de la molesta luz que entraba por la ventana.

Acariciaste su suave cabello, aún estaba medio dormido, besaste su sien y procediste a levantarte.

—¿A dónde vas?— Unos fuertes brazos te mantuvieron en la cama sentada, apresando tu cintura. Su voz sonó ronca y perezosa.

—A hacer el desayuno— Volviste a acariciar su cabeza, este gruñó con molestia y sonreíste.

—Espérame— Te hizo tumbar en la cama para levantarse el y empezará a vestirse.

Desde que intentaste "escapar", Merle estaba mucho más pendiente de ti. Básicamente no ibas sola a ningún lado. Ya le habías demostrado que no tenias intención de volver a hacerlo pero él no confía en eso.

No te trataba mal ni diferente, pero era muy paranoico con saber en cada minuto donde estabas.
¿Te molestaba eso? Si. ¿Había algo que pudieses hacer al respecto? No, no creo. Merle era un tipo de pensamientos "fijos", por así decirlo. De mente cerrada, de echo nada de mente abierta. Habías podido notar que era bastante racista, homófobo y machista y tenía "otras" cosas también malas.
Y cristiano, muy religioso, para lo que le convenía claro. Lo bueno es que no te quería imponer sus creencia ni ninguna otra cosa.

Bajasteis al almacén del hotel, había bastante comida, para al menos unos meses.

Fuiste a donde estaba "Vaki", si era el nombre de la cabra y no, no la abandonaron, ni se la comieron, siempre fue en los aciertos traseros del coche.

Ordeñaste leche de ella y luego la herviste. Le diste un vaso lleno a Merle y unas galletas y tú te la tomaste sola, no estaba mal.

—¿Que te apetece hacer hoy muñeca?— Pregunto apoyando su espalda en el respaldo de la silla.

—¿Me lo preguntas a mi?— Reíste y procediste a sentarte sobre su regazo acomodando la parte superior de tu cuerpo en su pecho, él era tan cómodo para ti. Tal vez porque tú eras muy pequeñita y él era mucho más alto y robusto.

—Mmmh ya veo—El acaricio tus piernas.

Suspiraste al pensar que Merle no sabía asociar acto de cariño con algo que no fuera sexual. Disfrutaste de su toque, hasta que se levantó bruscamente de la silla, levantándote a ti a la vez cual princesa, para caminar uno paso y tiraste en el sofá de recepción del hotel.

—Wow—Expresaste al sentir el impacto.

Él se colocó sobre ti con ambas manos a tus costado para devorar tus labios con ganas.

Empezó a desvestirte y a bajar su boca a tus pechos un momento y desesperado bajar a tu zona íntima.

—¡ah!—Gemiste sintiendo el placer de su lengua recorrer tu clítoris de arriba, abajo.

Volvió a tus labios y escuchaste la e hebilla de su pantalón moverse. Antes de que te dieras cuenta ya estaba dentro de di haciéndote jadear de placer.

En el acto, sin venir a cuento te acordaste de algo que hacía tiempo que querías preguntarle. Y por qué no hacerlo ahora.

—o-oye Mer-Merle— Tartamudease sumida de placer.

El estaba demasiado ocupado follandote pero hizo un sonido diferente para darte a entender que te escuchaba.

—¿po-po- demos i-ir al...al—Intentaste terminar pero estabas casi a punto de terminar, te aferraste con fuerza a sus hombros y ahogaste varios gemidos.—¡ah!, a-al su-su-Sur?—Terminaste la frase a duras penas.

—¿Para que? ¿Que hay ahí de interesante?— Sentiste como su voz un poco más áspera de lo normal te susurraba al oído. Sentiste un escalofrío en tu espina dorsal y al fin llegaste al orgasmo sobre su miembro.

—aaaaah...— Suspiraste relajada al sentir como el té dejaba sobre el sofá.

Tardaste unos segundos en reaccionar pero al final le respondiste.

—Alguna... gente que conozco vivían por ahí, me gustaría intentar encontrarlos— Dijiste rápido intentando regular tu respiración.

—¿algún familiar?—Pregunto abrochándose los pantalones. No le diste importancia pero había terminado dentro de ti, lugar de donde ahora salía su semen, también lugar donde él tenía fija la vista complacido.

—No, yo no tengo de eso— Respondiste con los ojos cerrados, cansada.

—oh, ¿un novio o lio que tenias?— Sugirió irónicamente con falsa diversión.

—¡No! Claro que no tonto, mis amigos—Concluiste la incógnita.

—Aja, amigos, no se, seguro que están muertos, olvídate del tema—Dijo frío.

No le gustaba la idea de que tuvieras la necesidad de estar con alguien más. Él no quería ni necesitaba a nadie más ¿por qué tú si?.

—Pero... estoy segura de que...— te interrumpió.

—Eres mía Alejandra—Te miro a los ojos, como si quisiera advertirte de algo.

—No, claro que no —Frunciste el ceño— Que te quede claro Merle, no soy de nadie—dijiste serena, dispuesta a dormirte ahí mismo.

Hasta que sentiste sus grandes manos en tu cintura levantándote, para sentarte a horcajadas en su regazo. Obligándote ha mirarlo a la cara.

—Eres mía—Afirmó—Dilo—Demando.

—No Merl... ¡AH!— No terminaste de responder ya que sentiste una fuerte nalgada en tu trasero y parte de tu muslo izquierdo. Gritaste intuitivamente ante el dolor.

Rápidamente dirigiste la mirada a su rostro el cual no expresaba ni deseo ni gracia.

—¿Por qu...¡AH!—Otra nalgada, igual de fuerte.

—Di que eres mía, di que eres solo mía, que me perteneces— Te dijo igual que antes, demandante y frio. No estaba jugando, esto iba en serio.

—Solo dej...¡Ay!— Jadeaste y gemiste ante el dolor de otro golpe en el mismo lugar. Estabas segura que quedaría una dolorosa marca roja, incluso morada, por varios días.

—Solo dilo Ale, porque lo eres, mía, mírate, estas marcada por mi en tu cuello, llena de mi y ahora tienes las marcas de mi mano en ti, eres mía— Wow, eso sonó extremadamente psicópata y parecía fuera de si.

Al no obtener respuesta volvió a bajar su mano con fuerza a tu trasero, pero esta vez con todas sus fuerzas.

—¡Ah!...¡Ay!— Lloraste de dolor, él era muy fuerte, eso sí que dolió mucho. No soportarías mucho más dolor, te desmallarais seguro.

Al ver como amenazaba su brazo con volver a elevarse. Agarraste este con fuerza apretándolo contra tu cuerpo desnudo.

—So-soy tuya—Dijiste entre lágrimas.—Solo tuya— Estabas agotada, apoyaste tu cabeza y todo tu peso en su pecho para sollozar ahí.

Merle solo te observo complacido, algo culpable de tu llanto y con una pizca de arrepentimiento, pero no tanto. Acaricio tu espalda algo fría, se quitó su camisa y te la puso rápidamente. Beso tu cabeza y os acomodo el el sofá, para que a los pocos minutos te durmieras quedando casi inconsistente.

Merle DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora