Capítulo 22

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Otra vez en el coche. Desde tu última experiencia vomitando. Empezabas a tenerle manía al estupido choche.

—¿Falta mucho?

—Muñeca, estás agotando mi paciencia, que por ser tú, es mucha, pero no infinita— Contesto Merle respirado profundamente. Sí que es cierto que llevabas preguntando todo el camino. Pero estabas arta se andar en auto.—Hace 20 minutos, me preguntaste lo mismo y te dije que faltaban 2 horas. Haz el calculo, preciosa.— Concluyó.

—Estoy cansada, tengo hambre, hace calor— Te quejaste. Últimamente estabas muy insoportable. 

El tic en el ojo de Merle era notable, pero decidió ignorarte un rato. Si no, iba a gritarte que te callarás y no quería gritarte. Bueno si quería, pero ya había escarmentado lo suficiente de tantas discusiones y conflictos.

•••

Merle paro el coche, habíais llegado. Viste una casa grande en un campo a lo lejos de la carretera.

—¿Tenemos qué andar todo eso?— Escuchaste un portazo del lado del piloto. Merle volvió a respira. Y lo volvió a hacer.

Derrepemte sentiste que te levantaban del suelo, al típico estilo princesa. Te agarraste por inercia del cuello de él.

—No, yo te llevo, pero tienes que estar en silencio, cariño— pidió desesperado. Cómo tuviese que escuchar una queja más, se volvería a dar a la bebida.

—Pero...—Interrumpió.

—¡NO!

—Merl...—otra vez.

—¡NO!

Solo hiciste un puchero y dejaste que andará por el prado contigo en brazos.

•••

Ya frente a la casa te pregunto.

—¿Qué te parece?

—Es más grande de lo que pensé— dijiste asombrada, te removiste para que te dejara en el suelo. Lo capto y te soltó con cuidado.

—Lo sé, se que te gustan las cosas grandes— dijo con doble sentido, acariciándote la cintura. Se sentía necesitado de tocarte, llevaba unos días sin hacerlo.

—callate—Lo regañaste, pero te aferraste a sus hombros, lista para besarle. Tampoco te vendría mal un momento para relajarte.

No espero más para besarte, sentías como acariciaba tú cintura y subía hacia tus pechos. Le encantaba pasear sus manos por tu cuerpo, tu piel era tan suave y sus manos algo ásperas.

—Un momento— Dijo para alejarse hacia la puerta y abrirla de una patada. Volvió a ti para guiarte hacia la puerta y entrar. Parecía apurado, soltaste una pequeña risilla.

Siguieron enredados entre besos, él te estaba guiando hacia la sala de estar, al sofa. Pero te detuviste al ver el polvo en este.

—Primero deberíamos limpiar todo esto, el polvo es malo para el bebé— Dijiste desconfiada. Y en ese momento te diste cuenta de que mencionar eso, era su punto débil.

—Pues dame otro momento, maldita sea— viste como fue hacia la salida y a los, tal vez 2, 3 minutos. Volvió con una sabana limpia en sus manos, seguramente estaba en el coche. Observaste como la abrió y coloco tapando por completo el sofá.—¿Y ahora?

—No pierdes el tiempo, eh— te déjate caer en este y seguido fue él, encima tuya.

Ya desesperado empezó a desnudarte y por fin se quitó la camisa enfrente tuya. Sonreíste por eso.

Beso tu cuello, tus hombros y masajeo tú intimidad metiendo su rodilla entre tus piernas. Gemiate cuando lo sentiste, ya estabas deseando que entrara en tí.

Te atreviste a llevar tus manos a sus pantalones, desabrochandolos y sacando su erección de este. Empezaste a tocarlo. Querías que fuese más rápido. Él te beso y disfruto de tu toque, hasta que no pudo más y arrancó tus shorts de un tirón.

Alineo tu cuerpo con el suyo y a diferencia de otras veces. Entro lentamente. Poniendo tus pelos de punta. Empezó a moverse, profundamente pero aun así, lento.

—ah...Merle, m-más rápido...—Suplicaste moviendo tus caderas.

Él no contestó, beso tu frente y aumento ligeramente la velocidad. Pero no lo suficiente para ti. Sospechaba que solo estaba haciendo eso, porque estabas embarazada. Rodaste los ojos y ágilmente empujaste su pecho y te colocaste encima suya a orcajadas.

—hey... tranquila—dijo con la respiración entrecortada.

Empezaste a moverte, sensualmente y rápido. Dándote todo el placer que querías con su miembro. No controlaste tus gemidos. Estaba desatada.
La manos de Merle se clavaron en tus caderas y su respiración se dificultaba con cada movimiento que hacías y se mezclaban con sus gruñidos. Seguiste y seguiste, hasta que sentiste que ya llegaba tu dulce orgasmo. Y viendo cómo a Merle casi se le caía la baba hipnotizado, supusite que él estaba peor que tú.

En un último movimiento profundo sentiste como te llenaba con su semen.Y al segundo terminaste también.

—Joder Ale...— Abrazaste a tu pareja cansada, quién se dejó caer recargado en el respaldo, abrazándote igual. Ambos respiraban con falta de oxígeno.

—Otra vez— Ya estabas recuperada y excitada de nuevo. Merle te miro incredo, había sido bastante intenso para él. ¿Iba a ser así todo el embarazo? Empezó a pensar en si te podría seguir el ritmo. Te sonrió.

—Pero está vez, quedate quitecita— Volvió a ponerse sobre tí. Le gustaba más tener el control, además si te lo daba a tí, de verdad que no podría seguirte.—Estas muy traviesa—Dijo con picardía para besarte.

Reiste culpable, ahora que ya habían solucionado sus diferencias. No había motivo para ocultarlo, tu lívido estaba por las nubes. Y aún que solo llevaban 3 días sin hacerlo, pareció una eternidad.


Merle DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora