Capítulo 41

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Te despertaste en el sofá, sintiendo la rigidez de la tapicería en tu espalda y el frío del amanecer en tu rostro. No habías podido conciliar el sueño en la habitación junto a Merle después de lo que habías visto. La cámara estaba escondida bajo el cojín del sofá, fuera de la vista pero no de tu mente. Te sentaste despacio, frotándote los ojos, tratando de ahuyentar el dolor de cabeza que sentías después de una noche de insomnio y lágrimas.

El sonido de pasos arrastrados te hizo voltear. Merle apareció en la puerta del salón, desaliñado y con ojeras pronunciadas. Te miró con un gesto de confusión y preocupación.

—¿Has dormido aquí? ¿Por qué no viniste a la cama?—preguntó, su voz ronca y aún impregnada de la resaca.

Evitaste su mirada, fingiendo estar ocupada alisando el cojín que había usado como almohada.

—No podía dormir—murmuras sin ofrecer más explicaciones.

Merle frunció el ceño, sintiendo que algo estaba mal pero sin saber qué. Se acercó lentamente, con cautela. Tal vez seguías molesta porque se emborracho anoche.

—¿Estás enfadada por lo de anoche?—preguntó, buscando tu mirada.

Elevaste la vista brevemente, lo suficiente para que él viera el dolor y la desilusión en sus ojos antes de volver a bajar la cabeza. No respondiste, lo que sólo aumentó la frustración de Merle.

—hey, lo siento por eso...podemos ¿Hablarlo?—insistió, su tono ahora era suplicante.

Te levantaste del sofá, alejándose de él. Sentías que cada segundo que pasabas a su lado aumentaba tu rabia y confusión. Fuiste a la cocina, con Merle siguiéndote de cerca.

—¡Alejandra!—exclamó, su paciencia comenzando a desvanecerse.

Te detuviste en seco, girándose para enfrentarlo. Su expresión era una mezcla de tristeza y rabia contenida.

—Merle, no puedo—dijiste con voz temblorosa—No puedo hablar de eso ahora, y no, no es por lo de ayer...

Él dio un paso atrás, sorprendido por la intensidad de tu reacción. Quiso abrazarte, consolarte, pero sabía que cualquier movimiento en falso podría empeorar las cosas. Se quedó allí, en silencio, observándote con una mezcla rara de amor y desesperación.

Tomaste aire, tratando de calmarte. Sentías un nudo en el estómago, y el recuerdo de los videos seguía fresco en tu mente, habías visto unos cuantos más y eran peores que el primero. Miraste a Merle, viendo en él al hombre que habías conocido y amado, pero también al hombre del pasado que habías descubierto en la cámara. Las dos versiones se mezclaban, creando una imagen confusa y dolorosa.

—Necesito pensar—dijiste finalmente, tu voz fue apenas un susurro.

Merle asintió lentamente, sabiendo que insistir no ayudaría, no quería presionarte. Te observó alejarte, sintiéndose impotente. Quería entender, quería arreglar las cosas, pero no sabía cómo. No sabía ni que provocaba eso en tí. ¿Qué había hecho está vez? No paraba de rebuscar en sus recuerdos para averiguarlo.

•••

Durante el día, trataste de mantener la distancia, ocupándote con las tareas cotidianas y cuidando de Nora. Cada vez que Merle intentaba acercarse, encontrabas una excusa para alejarse. Él lo notó, claro que lo notó, y cada vez se sentía más frustrado con eso.

Daryl también percibió la tensión. Se mantenía al margen, observando en silencio, sabiendo que cualquier intervención podría ser mal recibida. Se limitó a ofrecer su apoyo de manera discreta, ayudando en lo que podía y asegurándose de que Nora estuviera bien cuidada.

Merle DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora