capítulo 32

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Decidiste dejar en paz a Daryl por el momento, no estaba aclarando tus dudas y lo empezabas a notar incómodo.
Maldito síndrome de ONG, no podías evitar sentir empatía por él.

Te levantaste de la mesa para empezar a recogerla.

-Yo te ayudo- se apresuró Jonh a recoger y empezó a lavar los platos.

-Gracias-Cantureaste sonriendo. Daryl también empezó a recoger, pero sin decir ni una palabra. Parecía un perro abandonado buscando entrar a casa. Dejaste esa lastima y decidiste dejar a los chicos limpiando.

Aprovechando este rato libre para avanzar en un libro que te tenía bastante enganchada. El libro te lo había traído Meler, miraste a tu alrededor. Todo lo había traído Merle, en lo único que ayudaste fueron en los primeros meses y solo a elegir. Él transportó y monto los muebles, todo. Claro que le iba a costar dejar esto, ¿estarías haciendo bien en hacerle entender que querías irte?
No querías que pensara que no lo apreciabas, tal vez podríamos quedarnos unos años más aquí, pensaste.

Cerraste el libro y acariciaste su tapa. ¿Qué era ese sentimiento? ¿Sería posible qué te enamorarás aún más de Merle?
Porque sentías como si tú corazón estuviera tan lleno de amor que iba a explotar. Solo sentías la necesidad de ir y acurrucaste a su lado para siempre. Suspiraste, el idiota sabe cómo hacer para atraparte, siempre lo supo.

•••

Ya se estaba haciendo tarde, miraste por la ventana, el sol iba a ponerse. Decirte llevarle algo de comer a Merle.

Subiste hasta la habitación que compartían y abriste, seguía dormido, no solía dormir por el día pero cuando lo hacia era exagerado. Dejaste el plato en la mesita a su lado para despertarlo.

-Merle~~- Susurraste mientras movías su brazo- Arriba, despierta.

Se removió intentando ignorar el hecho de que lo despertarán.

-Oh, bueno- Te rendiste, no estaba colaborando mucho, tuviste una idea- Es perfecto, así no oira el trio que haremos- Empezaste a salir por la puerta.

Pero una mano en tu brazo te lo impidió, empezaste a reírte sin control.

-Espero haber oído mal- Un Merle adormilado, que se había levantado demasiado rápido, sin darle tiempo a su sangre ha asentarse. Se mareo y para no caerse te atrajo a la cama junto a él, aún con dolor de cabeza no se olvidaba de soltarte el brazo.- Mi cabeza...-Se quejó.

-¿Entonces estabas despierto?-Te acurrucaste a su lado.

-Ni puta gracia esas bromas Alejandra- Esa forma de hacerlo despertar, junto a la resaca lo habían puesto de mal humor.

-¿Broma? ¿No habrás oído lo que dije?- Actuaste estar nerviosa, tal vez te estabas pasando, pero es que una vez que empezabas no podías parar de molestarlo. -¿Qué tal has dormido?- Cambiaste de tema, como si realmente intentaras ocultar algo.

-¡ALEJANDRA! ¿Vas a parar? Porqué si no me dices que es broma ahora mismo haré una locura- Advirtió.

-Valeee, claro que es broma tonto, ¿que te crees? Te traje la cena, dormilón- te subiste a horcajadas sobre él, estaba tumbado.- Levántate.

Éste no respondió, subió sus manos por tus piernas y empujó sus caderas chochando contra tu centro. Esto despertó de inmediato tu libido.

-¿No te dolía la cabeza?- Réplicaste, pero a la vez te movías sobre su regazo, dando saltitos.

-Tengo que complacerte, para que te quites ese puto trio de la cabeza- Comento enfadado, aunque ya tenía algo duro queriendo salir de sus pantalones.

-No digas tonterías.

Merle DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora