Capitulo 17.

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—Despiértate nena—Escuchaste una voz ronca
En tu nuca.

—¿eh? No, no déjame dormir— Ta paste tu cabeza con la cobija.

Grave error.

Al segundo sentiste que que era arrebatada toda la matan que cubría tu cuerpo de un solo tirón.

•••

—Merle, son la una de la mañana y tenemos latas en el hotel — Y si, te había sacado de la cama en la madrugada para cazar. Porque según el, le apetecía algo de carne.

En serio no entiendes nada aveces, no entiendes a la gente y las cosas que hacen.

—Shhh— Te calló señalando a un ciervo a lo lejos. Bueno, aun que para ti señalaba a la oscuridad. Porque no podías ver nada más que matorrales.

Preparo su ballesta, una nueva inquisición para el, ya que está la encontraste por los alrededores. Al parecer le hacía mucha ilusión la ballestita esa.

Apoyaste tus manos en sus espalda, pegándote a él. No entendías porque tenías que venir con el, literalmente no te pidió que hicieras nada en todo el viaje raro este. Te ponías asustadiza y temerosa al estar en un bosque a oscuras y con la posibilidad de encontrarte con un caminante en cualquier momento. Y para terminar de colmar el vaso, tu visión no era para nada buena, no eres miope. Pero casi... veías de cerca y de lejos, lo justo y necesario. Y en la noche peor.

Escuchaste el sonido de su arma ser disparada. Ahora si que viste al ciervo; más bien lo viste muerto en el suelo, estaba bastante lejos.

—Wow, muy bien—Alabaste y aplaudiste a tu acompañante. En verdad era impresionante. Tú ni de casualidad acertabas ese tiro.

•••

—Cocina estos— Te dio un recipiente con unos filetes que acababa de cortar, uhhh carne de ciervo, ¡que rico!.

—¿qué? Ahora es de noche— Te quejaste mientras veías la carne perfectamente cortada.

—Y haz arroz también— Lo viste volver a donde se encontraba el animal ya despellejado y mutilado para seguir trabajando en su carne.

Resoplaste enfurruñadas hiciste una mueca de asco. Con una cocina portátil freíste los filetes con algunas especias y sal y en una olla aparte hiciste el puñetero arroz.

—Listo—Lo llamaste al terminar de servir la comida.

Este se sentó a la mesa empezando a comer hambriento. Sonreíste cansada para sentarte a su lado y comer también un poco.

—Está delicioso muñeca, como tu coñ... —Lo interrumpiste por su estúpido comentario.

—¡Merle!— Regañaste avergonzada. Tu cara ardía.

—hey, es broma— Dijo riendo para seguir comiendo. Tu solo lo miraste con el ceño fruncido, sabías que diría otra tontería—Tu coño me gusta más— Ahí estaba. Lo conozcas demasiado bien. Irónico porque en realidad no sabes nada o casi nada de su vida antes del Apocalipsis. O algo así.

Lo viste terminar de comer, le facilitaste una botella de agua al momento. Mientras bebía, se te hizo un buen momento para interrogarlo.

—¿Cómo era tu vida antes?—Soltaste, Merle dejó de beber para mirarte a los ojos de una forma extraña.

—¿Qué?—Dijo con la esperanza de que respondieras otra cosa.

—¿Cómo era tu vida antes?—Repetiste— Ya sabes ¿Donde vivías? ¿De que trabajabas? ¿Que te gustaba hacer?—concluiste.

—¿y que hay de ti? ¿Que hacías muñeca?—Te respondió con una pregunta.

—Yo era Auxiliar de veterinario, aun que tengo un doctorado en enfermería también— Respondiste sin importancia esperando su respuesta—¿estabas casado?— Seguiste con tu ronda de preguntas.

—No, por dios, no—Respondió espantado, haciéndote reír.—Emm... no importa, créeme que no quieres saber de mi antes—Dijo.

—Vamos, tengo curiosidad, ¿es algo malo? No voy ha juzgarte— Se levanto de la mesa para ir de vuelta a dormir.—Merle, respóndeme— Hiciste un puchero.

•••

Al final no le sacaste nada... pero seguirías intentándolo.

Merle DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora