capítulo 36

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Después de unos días de normalidad cuidando de Nora. No te pareció tan agotador como pensabas, era una bebé muy buena. Pero ya era hora de moverte.

Para hacer ejercicio decidiste ayudar a Daryl a cazar un poco, era divertido. Él no hablaba mucho, se dedicaba a enseñarte a usar su ballesta. Correr en medio del bosque persiguiendo un ciervo te parecía gracioso, ya que no os hacia falta. Pero él insistía en cazar, para no tener que matar al ganado. En fin...

Dos semanas después

Ibas a salir a ayudar a Jonh en el huerto hasta que apareció don interrogatorio.

—¿A donde vas?— Preguntó Merle con la bebé en brazos, últimamente no la soltaba.

— Ya te lo dije, al huerto, necesito moverme.

—¿Con Jonh?

—Bueno, no específicamente, puede que nos crucemos— Dijiste inquieta, estabas operativa para salir ya por la puerta.

—Sujeta—Te entrego a Nora y salió un momento de casa.

Estuviste un buen rato esperando, la bebé se notaba inquieta, ¿Tal vez ya vuelva a tener hambre?, pensarte. Decidiste darle el pecho en lo que esperabas.

—Tú al establo, ahora, no te quiero ver salir de ahí— Apareció Merle junto a John, este último se quedó en el porche mientras Merle le gritaba con la puerta entre abierta.

—Vale...—Respondió.

—Listo— Merle se volvió hacia a ti, viendo la tierna escena que le dabas alimentando a su bebé.

Pudiste ver como te saludaba el pobre chico desde el porche, pero se sonrojo de más al hacerlo. Te tapaste el pecho al momento, ups, que despiste.

Merle se volteo rápidamente hacia él para comprobar si te había visto y al confirmarlo le cerró la puerta en las narices de un portazo.

—¡Ale!— Se quejó.—No hagas eso frente a él.

—Qué importa, es algo natural, ¿verdad qué si? Dile a tú estúpido padre que tenías hambre— Le hablaste con ternura a la pequeña.

Este chasqueó la lengua y extendió los brazos esperando que le devolvieses a la niña. Pero como había estado acaparando la las últimas semanas, algunos días solo te la daba para que le dieras el pecho. Hiciste un puchero y la acercaste más a tí. No era molesto, de hecho era liberados a veces pero cuando la tenías en brazos te costaba soltarla.

—¡Venga! ¿No ibas al huerto?— Insistió para que soltaras a su pequeña.

—Hey, déjame un momento más con mi bebé— Le hiciste mimitos en la tripa para hacerle cosquillas.

—Ya la cogerás, te hartaras a la media hora, muñeca— dijo convencido, arrebatándote por fin a Nora.— Le he dicho a Jonh que se ocupe de los animales para... Dejarte a tí el huerto.

—Seguro— Respondiste con sarcasmo, como si no supieras desde hace mucho que hacia todo lo posible por alejarte del castaño. Rodeaste los ojos. Como si fueras a liarte a besos con el doctor en cuanto tuvieras la mínima oportunidad. Malpensado.

—Merle, ¿Tanto te costaría confiar en mí? Aún que fuera un poquito— Hiciste ademán de algo diminuto con los dedos.

—Mmmh...— Pareció pensarlo— No, la confianza es de maricones y de putas—Concluyo tranquilo.

Merle DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora