Capítulo 18

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Te encontrabas acomodando algunas cosas en una pequeña maleta. No, no ibas a intentar escapar. El acogedor hotel en el que os habíais estado hospedando los últimos meses. Había sido una casualidad mezclada con suerte, encontrar un sitio con comida y abandonado.

Pero al igual que con vuestro antiguo refugio dejo de ser seguro cuando Merle se encontró con una manada de caminantes que se aproximaban hacia vosotros. Teníais que iros.

-Merle- lo llamaste con un notable tono de preocupación e incertidumbre. Este te quito la maleta de las manos para ponerla en el coche y te miro. Esperando a que le contases que te preocupaba tanto.

-¿Estaremos así para siempre?- Te veías venir que ibais a tener que trasladaros constantemente, sin un hogar fijo, siempre huyendo. Pensar en esa vida te ponía melancólica.

La confusión en su cara era evidente, Merle te miraba como si le hubieras insultado. Claro que el no entendió la pregunta, la interpretó en relación a vuestra relación. Pensando quien sabe qué.

-¿Te refieres a juntos?-Decidio preguntar antes que asumir, no quería hacer una escena por nada. Su pregunta te sonrojo.

-No... a desplazándonos- Aclaraste- Constantemente, sé que es lo que toca pero...-no te dejo terminar.

-No- dijo secamente, viste algo en la forma de brillar de sus pupilas, una determinación particular. Como si esa decisión la hubiera tomado ahora mismo.

-...- Contuviste la emoción al encontrarte satisfecha con su respuesta, le sonreíste.

Ultimate sentias que Merle había cambiado mucho su actitud. A comparación de a cuando lo conociste. Evitaba discutir contigo, incluso llegaba a darte la razón aún cuando sabías que él no opinaba lo mismo.

-Encontraremos un sitio donde estar tranquilos- Concluyó.

Te invadieron las ganas de saltar a besarlo, eso hiciste, sobresaltandolo.

-Ale...-Dijo ese apodo en un suspiro entre tus labios.

Últimamente te sentías más empalagosa. Intensificaste el beso colgando te de su cuello. Habías empezado a tomar el control pero por mucho que lo intentaras Merle siempre acababa ganando.

-Te quiero- Canturreaste al separte, tus ojos gatunos lo veían desde abajo con adoración.

¿Te quiero? La última vez que Merle escucho esas palabras dirigidas hacia él fue... Se podría decir que nunca. O que no lo recordaba.

-¿Me quieres?- preguntó, pero era más una afirmación que no acababa de creerse- Alejandra, me mato aquí mismo si me lo pides- Beso tus manos como si fuera tú esclavo y sabías que esa era su forma de devolver un "te quiero".

Aún que quisiese era incapaz de de decir tales palabras, algo dentro de el se rompería. Y prefería no parecer un "marica vulnerable frente a ti" como el pensaba.

•••

Cinco horas en coche te parecían demasiadas, hasta hoy que llevabas 12 seguidas en carretera. No sabías exactamente a donde pero Merle te aseguraba que a un "Lugar seguro" era a donde os dirigías.

En el camino os fuisteis parando a recoger provisiónes, eso ayudaba a que no se te durmieran las piernas.

-Estoy hartaaaa- Te dolía la cabeza y sentías náuseas. Desde que vuestra última parada te sentías con un malestar que fue creciendo poco a poco hasta ser uno horrible.

-Pararemos a dormir en un lugar que conozco, pronto- Se le notaba cansado, siempre que iba al volante estaba concentrado.

-Merle...- susurraste si nombre apenas sin fuerzas, notaste una arcada.

-¿sí?.

-creo que voy a vomitar- comentaste fuera de ti, al mirarte de reojo y ver tu palidez Merle piso el freno paradón el coche de inmediato.

El movimiento de rebote que causó al frenar te termino de remover.

Saliste del coche con todas las fuerzas que pudiste reunir (pocas) y vomitaste a un lado de la carretera.

Merle salió después de ti, solo pudo sujetarte el cabello y acariciarte la espalda.

-Han sido demasiadas horas en coche, lo siento- sentenció con culpa, aún que no creías que tuviera correlación tú estado con el largo tiempo en carretera

Tuviste la intención de incorpórate pero no pudiste comprobar si eras plenamente capaz. Ya te encontrabas tumbada en la parte trasera y veías como manejaba. Suponías que él te había colocado ahí.
Una de sus manos viajo a tu frente comprobando tu temperatura.

Empezaste a tener lagunas desde el vómito, tu mente estaba nublada y solo podías sentir lo difícil que se te hacia respirar y lo espeso que se parecía poner cada vez más el aire a tu alrededor, sofocandote. Tus ojos aguados y rojos dejaron de funcionar en un fundido a negro.

Merle DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora