Capítulo 32

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Zyker me ayudó a alistarme. Hoy me trajo un vestido de la época victoriana. La parte superior era blanca, con mangas anchas, largas, con vuelos que sobresalían de ellas, tapaba mis hombros y llegaba hasta el cuello. Tenía una "O" en la espalda para las alas.

La falda me llegaba por debajo de la rodillas,  de color rojo oscuro.

Me puso unos tacones negros y colocó mi collar.

Finas hebras de sol entraban por las cortinas.

Él lleva unos pantalones bombachos azules oscuro y una camisa blanca con los primeros dos botones desabrochados. Se acomodo la corona dorada y se colocó cinco anillos de oro en la mano izquierda.

Estuvo mucho tiempo cepillando mi cabello lleno de nudos.

—¿Listo?—pregunté cuando terminamos de alistarnos.

—Más que listo—pegó su mano a mi espalda baja saliendo de la habitación.

Nos dirigimos al comedor. Nos abrieron las puertas y nos encontramos a todos en la mesa. Ordenadamente Kia, Saimond, Noal y Luna. Caminamos despacio hasta la mesa y tomamos asiento, yo quedé frente a Saimond y Zyker frente a Noal.

—¿Cómo amanecieron?—sonríe Noal—Me imagino que perfectamente bien—mira a Luna y ella se encoge en el asiento riendo.

—¿Nos escucharon?—pregunta mi rey como si nada.

Noal suelta una carcajada y Luna se le une.

—¿Hermana?—cerré los ojos por unos segundo.

—Dime mi niño—hable calmada.

—¡Estás hermosa hoy!—me dijo. Luna hizo un puchero de ternura.

—Gracias—sonreí.

—Queremos informarles que: nuestra relación es oficial—murmura Zyker señalandonos con el índice—. Estamos en un cortejo.

Noal y Luna aplaudieron. Kia parecía estar cómoda con nosotros. Saimond se coló debajo de la mesa y llegó hasta mí, se sentó en mi regazo y me abrazo.

—No vas a quitarme a mi hermana—murmuró Saimond sin soltarme.

—Yo no quiero robarme a tu hermana, ella está condenada a mí desde el primer momento—murmura el rey.

—Mentira—ataca Saimond—. Tú nos encerrarte y la convenciste de que se quedara contigo.

—No los encerré, les di techo y comida. Ahora ella es mi... Mía—le guiña un ojos—. ¿Entiendes?

Saimond me suelta y se cruza de brazos.

—¿Entonces por qué no la cuidas de sus pesadillas?—la cara del rey se pone roja—. Ayer estaba gritando y creo que tuvo otras pesadillas, eres una mala pareja para ella.

—¿Y por qué no la cuidaste tú?—el rey le sigue el juego.

—Porque yo,—se toca el pecho como un caballero—tengo que cuidar a Kia.

—Entonces deja tu hermana a mi cargo, yo la cuidaré.

Todos en la mesa alternaban la mirada entre Zyker y Saimond viendo quien habla.

—Pero...—Saimond se pasó la mano por la cara—. ¿Entonces ella será una reina como tú?

Abrí los ojos mirando a Noal.

—Algun día, cuando nos casemos—Saimond parece procesar lo que dijo el rey.

—¿Entonces tendrán bebés príncipes?—siento el ardor llegar a mi cara.

Las alas del atrix [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora