Capítulo 42

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Zyker VII Naftaest


Una semana después...

Le envié muchas cartas a Exel en el trascurso de la semana. Nuestro plan está casi completo, nuestro trato. Vendrá hoy, para llevarse lo que le pertenece.

Es mediodía.

Estoy en el despacho, buscando un anillo para pedirle matrimonio a Cassia. No tengo la menor idea de qué le gustaría. ¿Un anillo con perlas rojas o azules? No tengo idea. Necesitaré algún consejo.

Hoy en la noche le contaré la verdad a Noal.

Me levanto del asiento, tengo que ir al pueblo, tengo asuntos que resolver.

(...)

Llegué al cuchitril dónde Afra se está quedando con el mocoso de su hermano y el grifo. Hay una mujer calva, me imagino que es la recepcionista.

—¡Ohhh!—se sorprende cuando me acerco—. Bu-buenas tardes Su majestad. ¿Puedo servirle en algo?

Me acerco más hasta quedar pegado al mostrador.

—Necesito algo...—Tiré cinco bolsas de monedas encima del mostrador.

Saqué el pequeño envase con polvo verde.

—Cuando el atrix pida la comida del local tú le echarás esto—señalé el envase. Ella hizo una pequeña mueca—. Dos horas después vas a ir a la bodega abandonada, me avisarás y volverás a este cuchitril como si no hubiera sucedido nada. ¿Ok?—pregunto y ella da un pequeño asentimiento. Lancé otra bolsa de monedas. Ella las agarró encantada.

Salí de ahí, tengo que ser paciente y esperar.

(...)

Estoy cansado de esperar aquí. Exel debe llegar en unos minutos.

La chica calva se acercó con cuidado.

—Su majestad, el trabajo está echo—hizo un gesto de alegría.

Ya los soles se estaban ocultando y yo cogería una infección si continuo dentro de esta bodega.

Asentí y salí junto a ella hasta entrar dentro del local.

El querido polvo verde anularía los poderes de Afra por veinticuatro horas. Estaría tan débil que no podría ni volar. Quisiera no lastimarla tanto, pero es parte del trato.

La calva me lanzó las llaves de la habitación de Afra. Todo va bien, solo necesito que Exel llegue a tiempo.

Entré en la habitación de Afra. Saimond estaba de frente en la ventana, Afra estaba en la cama, sentada, mirando a otro punto de la habitación.

Tenía un vestido negro, holgado. Había adelgazado, unas ojeras oscuras se marcaban debajo de sus ojos.

—Afra...—me acerqué con cuidado. Saimond se volteó con el ceño fruncido.

—¿Zyker? ¡¿Que haces aquí?!—murmuró sin mirarme, sus alas tumbadas era una señal de que estaba débil. Aunque el tono de su voz era fuerte y claro. No voy negar que me asusté cuando comenzó a gritarme y se fue del castillo, eso no era parte del plan.

—Necesitamos tu ayuda, el pueblo te necesita, hemos tenido un problema. Por favor—uní mis manos como todo un actor—Deja nuestros problemas de lado y ayuda a mi pueblo. Te le suplico.

Es ingenua, caerá en la trampa. No se ha dado cuenta que la estuve hechizando la mayor parte del tiempo que estuvimos juntos, se ha creido todo mi teatrico. Hace meses tengo que lidiar con ella, con una niña. Estoy dispuesto a hacer ese sacrificio a cambio de ganar una fortuna.

Las alas del atrix [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora