Capítulo 6

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(...)

Seguía dentro de la habitación, ya el color de mis ojos volvió a la normalidad. Continuo esperando a Saimond... Por las ventanas que sin querer rompí cuando gritaba de dolor, se ve la luna adornando el cielo. Con muchas estrellas a su alrededor. ¿Mi abuela y Orenda estarán allá arriba, iluminando el cielo?

Mis pensamientos son interrumpidos por el toque que suena contra la puerta.

—Adelante—murmuro.

Entra una chica, vastante joven, con un vestido uniforme, el cabello recogido y una cesta llena de sábanas color cafés. Se queda por un momento observandome.

—Buenas, me asignaron como su nueva doncella, señorita—a lo que respondí con un asentimiento de cabeza.

—Puedes llamarme solo Afra—le digo con timidez, ella esboza una sonrisa—¿Cuál es tu nombre?

—Luna Lira, señori... Afra—rectifica con una voz tímida.

—Emmm... ¿Eres hechicera?—no parece ser de aquí. Su pelo rizado, rubio me recuerda un poco a Orenda.

—Soy humana—susurra bajando la mirada.

Yo retrocedo un poco.

—Wow, nunca había visto una humana—le digo un poco sorprendida.—Disculpa tantas preguntas, pero... ¿Por qué estás aquí?

—No me gusta mi mundo, siempre he querido vivir en este, a pesar de ser una mortal—dice encogiéndose de hombros. Deja la cesta en la mesa. Y empieza a quitar las sábanas manchadas de mi sangre. Me acerco un poco.

Ella extiende su brazo, poniendo distancia.

—No puede interrumpir en mi servicio. El rey no permite que ayuden a las doncellas—me dice en tono de preocupación.

—¿Puedes hacerlo sola? Es mi sangre—balbuceo poniendo una mueca, ella también. Suelto una risita y ella otra.

—Puede que me mande a la cruz si le pido ayuda a alguna damisela—me informa refiriéndose al rey. ¿Él mandaría a una doncella a la cruz por pedir ayuda? Ok, esto ya es mucho.

—Yo te puedo ayudar si me lo pides, creo que soy una prisionera y no una damisela—informo con una mueca.

—Él rey nunca a dejado que sus amantes se queden en el palacio—me informa un poco apenada. Yo retrocedo al oír la información.

—Yo no soy ninguna amante, solo he cometido una serie de delitos—le digo con calma.

Ella se cubre la boca con la mano.

—¿Eras tu a la que salvó?—asiento en respuesta. Nadie sabe que yo lo salve antes, claro. Pero creo que ese tal Noal lo sabe.

—Mi delitos no fueron la gran cosa, solo entre volando ilegalmente, mire los ojos del rey, toque al rey—su boca forma una perfecta "O"—por una buena causa, no creas que soy una meretriz o algo así. También toque música en el pueblo—suelta un grito y yo continuo hablando—También maté a ocho guardias con mis poderes—digo mientras frunzo el ceño, porque eso sí suena mal.

—Wow, eso si suena mal—su expresión de sorpresa pasa a una de curiosidad—Nunca he visto tu especie, eso quiere decir que eres única—confirma llevando su mano a su barbilla—entonces eres de la leyenda—se sorprende como si ella misma lo hubiera descubierto—¡Ahhhhh! ¿Te caiste del cielo?—asentí confirmando su teoría—¡Wow!

—¿Pode-e...emos ser amigas?—le pregunto un poco nerviosa.

—Si, claro que sí, solo no le digas al rey. Por tocarle me puede mandar a la horca—extiende su mano, yo la mía y empezamos la amistad en un estrechón de manos.

Las alas del atrix [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora