Afra TuedelaffMe bajé del carruaje con ayuda de Zyker. Empecé a observar el lugar. Había una capa ligera de neblina, el clima era frío, las calles eran de piedras y las casas eran color negro, de techos puntiagudos y ventanas cuadradas. Las calles estaban deshabitadas, el aire frío movía lentamente la neblina de un lado a otro. No se veían los soles, el cielo estaba nublado. Esto era espeluznante. Mi mano fue acelerada al antebrazo de Zyker. Mis vellos estaban erizados y ver todo esto me dió una sensación de inquietud. No voy a mentir, esto me da un poco de miedo.
—No me sueltes, no te alejes de mí, no hables con nadie y no le hables de ti a nadie—me dijo al oído.
—¿Ahora me quieres controlar y tengo que hacer todo lo que digas?—hablé asustada.
—Este lugar es peligroso—balbuceó—Solo no te despegues de mí—asentí.
¿Entonces por qué estamos aquí si es tan peligroso? ¿O es una excusa para que no me aleje de él? Este hombre me confunde demasiado. No le solté el brazo. Empezamos a caminar hacia el castillo. Era de negro, gigantesco, tenías múltiples estatuas de grifos y vampiros. Pasamos por el portón de madera hasta llegar a las puertas del castillo. Eran puerta de plata.
Un guardia nos abrió las puertas. Zyker me miró dudando. ¿Acaso no quiere entrar? Exhaló silenciosamente y dió un paso al frente para subir los tres escalones de la entrada. Solté una respiración sofocada retrocediendo un poco.
Las paredes eran blancas, sus bordes eran de plata. Los candelabros eran de plata. Hay un ventanal con marco de plata. Los marco de los cuadros era de plata, la baranda de las escaleras era de plata, las esculturas de grifos eran de plata. Dónde quiera que veías era blando y plata. Miré a Zyker. Cualquier cosa que tocara me quemaría.
—Estaras bien—murmuró dubitativo.
Un sirviente de piel pálida llegó hasta nosotros.
—Bienvenidos al reino vampiro—sonrió mostrando sus colmillos—Si me lo permiten los voy guíar hasta las habitaciones. Síganme por favor.
—No vamos a dormir en habitación separados. La vamos a compartir—aclaró Zyker haciendo que un escalofrío recorriera mi columna vertebral.
—Será así si usted lo desea—el vampiro hizo una reverencia y comenzó a subir las escaleras llevándonos hasta el segundo piso.
—Podemos tener cada uno una habitación. Esto no es necesario, sé cuidarme sola—le hablé a Zyker.
—No—gruñó—Te dije que esto es peligroso. No me voy a arriesgar.
—¿Arriesgar a qué?—su tensión era notable.
—Nada—bramó zanjando el tema.
—¿Entonces aquí hay algo que también está dentro de las cosas que me ocultas?—presioné activando mi poder para saber la verdad.
—¡Cállate!—farfulló haciéndome soltar su brazo y retroceder dos pasos. Se frotó la sien con una mano, inhaló y exhaló varias veces antes de mirarme—Disculpa, Afra. Es mejor no hablar de esto.
¿Por qué está tan... estresado? Algo perturbaba su mente. ¿Qué era lo arriesgado? ¿Qué está en riesgo? Mis voces ayer fueron bastantes intensas, demasiado.
Llegamos a nuestra habitación. Me quedé mirando la puerta. ¿Qué mierda? Era completamente de plata, brillaba. ¿El rey Ortiz estaba obsesionado con la plata? El sirviente se reverenció y se fue. Zyker abrió la puerta y quedé en shock al ver el interior.
Los candelabros eran de plata, la cabecera de la cama era de plata, el tocador es de plata, dos sillones de plata y el guardarropas era de plata. El marco del espejo era de plata. ESTO ES EXCESIVO.
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Las alas del atrix [1]
FantasiAfra es el atrix, una criatura única en su especie que posee alas y ojos de diferentes colores. Estuvo encerrada hasta los 118 años, pero su vida cambia cuando atacan su reino mientras toca la flauta para todos, tiene que escapar y volar a un reino...