Capítulo 39

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(...)

Hoy desperté cuando una sirvienta me trajo el desayuno. Comí uvas, ensaladas rojas con queso y leche.

Mi vestido de hoy consistía en una color negro, mangas hasta el dorso de la mano y falda hasta las rodillas.

Quité el libro de la estantería para abrir la puerta secreta y entre a husmear. El olor a pintura predominaba.

No sé si estoy violando la privacidad de Zyker.

Soy su pareja y ya he entrado aquí.

No me parece una falta de respeto.

Llegué hasta la mesa con las carpetas, las abrí y observé los diseños de vestidos.

Hay uno en específico que me llamó la atención.

Tenía una falda color verde claro, los bordes de color negro. La parte superior era color negro con diamantes verdes, escote en forma de corazón y unos tirantes anchos y caídos.

Anhelo probarme ese vestido. Lo deseo.

Zyker es increíble.

Dejé la carpeta de los vestidos y observé los nuevos cuadros. Era lienzos cuadrados y pequeños.

Me quedé un tanto estupefacta.

El primero cuadro estoy volando en el cielo nocturno, las auroras boreales estás presente al igual que todas las estrellas.

Es un retrato de aquel día, cuando me habló de Elizabeth sentados en el muro de la azotea.

En el segundo retrato era yo en las cascadas negras, de noche, con las luciérnagas alrededor de mí. Y un pequeño punto verde en la garganta. ¿Me dibujó en el momento exacto en que casi me trago la luciérnaga? Eso me sacó una sonrisa. 

El tercer retrato era yo con el ala quebrada, la bata de enferma, unas pequeñas lágrimas rojas en las mejillas. ¿Por qué pinto este momento? Arrugué la nariz. El mismo momento en que me dijo que estaba comprometido con Pancrasia. Mi cara se veía hermosa aunque tuviera esas lágrimas.

No me daba buena vibra ese cuadro. Me estuve cuando avancé, el piso tenía pequeñas gotas de pintura roja. Levanté mi pie pensando que me manché el tacón, pero no, no me ensució, estaba seca.

Llevé mi mano al suelo y raspé la pintura con las uñas. Me llevé el dedo a la nariz para comprobar mis sospechas.

No es pintura, es sangre.

¿Zyker estubo herido? No... Si lo estuviera se hubiera curado con magia. Entonces... ¿Lloraba mientras me retrataba? ¿Mientras pintaba todos esos cuadros que tenían recuerdos de momentos tristes?

El cuarto cuadro era en el laberinto, yo lo estaba abrazando, fue cuando nos reencontramos. Las enredaderas estaban muy bien detalladas, pintaba perfecto.

El quinto y último cuadro de mí fue el que más me asustó, me bajo un escalofrío por la columna vertebral.

Era yo, con muchas raíces a mi alrededor, algunas en el cuello, un vestido rasgado. ¿Entonces me vió verdaderamente? Es idéntico a lo que todos llaman "mi mundo".

Es como verme en tercera persona, algunas raíces estaban mal dibujadas, como si le hubiera temblado la mano al pintarlas.

¿Cómo pudo él entrar en mi mente? ¿Que habrá escuchado?

Me detengo unos segundos a tomar aire.

Mis ojos se quedan viendo un punto específico de la habitación.

Hay un lienzo, grande, con una sábana blanca encima.

Caminé despacio hasta él, con un poco de inseguridad arranqué la sábana de encima y retrocedí dos pasos enredando mis pies con la sábana y callendo al suelo.

Las alas del atrix [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora