Capítulo 19

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Me despierto poco a poco. La mano del rey está en mi cintura y su cara pegada a la mía. Las piernas entrelazadas. Parpadeo adaptándome a la luz que entra por las cortinas. ¿Por qué no cerramos las cortinas? Reconozco un dolor en la espalda y el comienzo de mis alas, como si pesaran más de lo normal. Me quedo observando al rey. Se ve distinto cuando esta dormido, se ve tranquilo, calmado, más vulnerable. Me grabo las facciones de su rostro, la nariz perfilada, unos labios carnosos y unas pestañas tupidas.

Él abre sus ojitos lentamente, despertándose. Me ve mirándolo y la sonrisa es instantánea. Frunce el ceño y se para de la cama a toda velocidad metiendo un grito. Se lleva una mano al pecho recuperándose de la respiración agitada. Me recuesto sobre mis codos.

—¿Todo bien, pasa algo?—pregunto alarmada.

Mi miró como si me hubiera salido una tercera cabeza. ¿Qué tengo?

—A... Afra-fra tus alas—tartamudeó apuntando mis alas.

—¿Que tengo?—me volteo hacia el espejo del tocador y me quedo impacta. ¿Qué mierda me pasó? Miro a Zyker sin saber que decir.

—Ehhh ¿Estás bien?—pregunta y yo asiento.

Mis alas están un metro más largas que antes, o sea miden dos metros. Son más grandes que yo. Sobresalen por encima de mi cabeza. Se ve monstruoso.

—Ehhh... Te veo en el desayuno—le digo al rey dándole un corto beso en los labios antes de correr hacia mi habitación.

—Disculpa, me asusté—dice en la que salgo.

Para pasar la puerta tengo que cerrar las alas. Ahora la capa no es capaz de taparlas. ¿Cómo me crecieron así? ¿Por qué? Me doy baño y me pongo un vestido color negro. Tiene un pequeño escote en forma de corazón y la "U" en la espalda. Paso un poco más de dificultad por el tamaño de las alas. Me peino y hago una trenza.

Voy a ver a Saimond, se encuentra con Kia, su padre la dejó quedarse aquí unas semanas para que no estuviera tan sola.
Saimond se sorprende mucho al ver mis alas. En fin, salgo de allí directo al comedor.
Los guardias me abren la puerta.

El rey está en la cabeza de la mesa, a su lado izquierdo está Noal y alado de Noal está Luna. A la derecha del rey se encuentra la mugrosa III, un asiento vacío para mí y al otro lado el príncipe Rinasí. Esto estará feo.

—Buenos días—digo sentándose entre Rinasí y Elizabeth.

—¡Mierda! ¿Que te paso?—pregunta Noal y el grito de Luna es bastante agudo. Rinasí abre la boca y la tercera mugre parpadea.

—Ehhh... No sé, me crecieron—me refiero a las alas.

Elizabeth tiene un vestido rosado chillón, juro que si lo veo más tiempo voy a llorar por tal barbaridad y su cabello trenzado. Y Lunita tiene un vestido color marrón simple.

Mis descripciones son interrumpidas, el rey se quita la camiseta dejando ver los profundos arañazos en la espalda y los hombros. Que vergüenza, mis mejillas arden al instantes. Elizabeth se levanta de la silla  alarmada a verle los arañazos.

—¡Zyki! ¿Que te paso, cariño? ¿Te peleaste con un grifo? ¿Quieres que te acompañe a la enfermería? ¡Son terribles!—habla Elizabeth y el rey niega sonriendo. La mirada de Elizabeth va a mis uñas y provocando que todos los demás miren a ellas. Noal parece conectar los puntos al darse cuenta.

Y Rinasí como siempre, escupe la leche por toda la mesa. Luna hiperventila y Elizabeth se sienta a mi lado con la boca abierta.

—Antes odiabas las cicatrices—le dice Elizabeth a Zyker—¿Ahora si te gustan?

Zyker se encoge de hombros. Que vergüenza, mi cara esta roja por completa, ya todos saben que yo y el rey...

Las alas del atrix [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora