Capítulo 13

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Zyker fue hasta la mesa donde antes estábamos. Se agacha. Cuando vuelve me doy cuenta de que trae mis tacones en la mano. Todos tienen la mirada sobre él, observando.

Llega hasta mí e hinca una rodilla. Sus manos viajan a mis pies colocando los tacones. Los presentes aumentan los cuchicheos. El rey se levanta y se vuelve a sentarse a mi lado. Todos tienen la mirada fija en nosotros. Y mi cara no tarda en ponerse color escarlata. Pancrasia tiene los ojos tan abiertos como platos, Rinasí III está sonriendo y el rey Exel tiene cara de querer matar a alguien.

Los platos van llegando a las mesas, los murmullos se calman. Veo mi plato y... ¡Oh no! Marisco. Yo no puedo comer mariscos, les tengo alergia. 

—¿Cómo saben los cangrejos? ¿Están ricos?—pregunta la mugrosa—Son traídos de mi reino.

—¡Estan sabrosos!—contesta la reina de los elfos. Y yo solo veía mi plato detenidamente.

Todos estaban comiendo y yo tengo las manos sobre mi regazo, pensando en alguien que no quiero admitir.

—¿Por qué no comes condenada?—Se acerca Zyker y me pregunta al oído.

—Soy... soy alérgica a los mariscos—explico.

—Ahhh—dice separándose—¡Keriiiiizzz!—llamó y el sirviente que no dudó en aparecer al momento.—Necesito que en menos de cinco minutos traigan dos platillos nuevos a la mesa, sin marisco. ¿Entiendes?—el sirviente asintió y salió corriendo del salón.

—¿No les gustó?—pregunta Pancrasia alzando una ceja. Yo agarré la copa de vino y empecé a tomar.

—Mi consejera condenada es alérgica al marisco—explicó Zyker.

—¡Ohhh!—exclamó la mugrosa tapándose la boca.

—¿Que tal el reino?—intervino Exel.

—Mejor, desde que mi condenada llegó—murmuró Zyker con seguridad. Yo tragué todo el vino de golpe.

—Por lo que veo—dice la reina de los elfos—pone de buen humor al rey—siento mis mejillas calentarse.

—¿Que harías para poner de buen humor al rey?—me preguntó Noal esbozando una sonrisa. No había hablado en todo el rato.

—No sé—me encogí de hombros.—Le puedo tocar la flauta.

El príncipe Rinasí escupió todo el vino en la mesa, otra vez. Y los reyes se empezaron a reír a carcajadas. La cara de Zyker está tan roja como la mía. En ese momento entendí que mal pensaron mi comentario. Pancrasia se quedó estática y Zyker soltó una risita.

—Todas las mujeres le quisieran tocar la flauta al rey. No te preocupes—murmuró Noal.

—No... es decir... Yo-o no quiero deci-cir eso—trate de explicar tartamudeando. La risa de los reyes se oía por todo el salón, llamando la atención. Yo me encogí en mi asiento, que vergüenza.

—Permiso—Keriz interrumpió las risas—Los dos platillos que ordenó Su majestad.

Keriz deja los platos en la mesa y se lleva los dos platos con mariscos. Él mío y el del rey. Saboreé la comida y bebí más vino.

—¿Por qué mandaste a retirar tu plato si todavía tenía comedia?—le pregunté al rey.

—No quería que comieras algo distinto tu sola—se encoge de hombros.

—¡Ah!—no se que decir.—Pues... ¿Gracias?—él asintió y siguió comiendo.

Pasamos un rato hablando de temas banales. La mano del rey fue a mi muslo por debajo del vestido. Yo me quedé tiesa. 

Las alas del atrix [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora