Capítulo 26

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Zyker VII Naftaest

—Estas pálida—dije al ver su cara lívida y ojos opacados—¿Dónde estabas?—pregunté bruscamente. La miré de arriba a abajo buscando alguna herida.

Cuando me desperté y no la ví por ninguna parte casi me da un infarto y justo cuando la fui a buscar ella abrió la puerta.

—Yo-yo... ehhh... Estaba en-en el pasillo por...

Se veía nerviosa, el titubeo en su voz la delataba. Sus ojos buscaban los míos hasta encontrarlos.

—Yo...—soltó jadeo con ojos cristalizados—Se que el evento de mañana es importante, pero... yo-yo no quiero estar aquí—soltó en un suspiro.

Me rasqué una mejilla y miré a otro lado. ¿Que vió en el pasillo? ¿Por qué ese cambio? ¿Estaba realmente en el pasillo? Esto me pasa por dormirme.

—Yo no sabía que Elizabeth vendría a la cena—traté de suavizar su tensión—Ella no vendrá más si es lo que te preocupa—recuerdo el beso que me dió delante todos, no le quise reprochar delante de sus hermanos.

—No es por eso—unió sus manos y negó con la cabeza.

¿Entonces por qué se quiere ir tan repentinamente?

—Disculpa... Por lo de la cena, no sé que me pasó. No sé que es lo que hice—se veía perdida. Asustada.

—Afra, es muy posible que tengas un nuevo poder y también es posible que no sepas cómo controlarlo—Lo que había echo me sorprendió, me llenó la cabeza de incógnitas. Su cuerpo se estremeció y negó con la cabeza.

»Tranquila... El otro cuarto está limpió y nadie salió lastimado—murmuré pasando mi brazo por encima de su hombro. No tengo idea de cuando le voy a contar lo que tengo que contar pero tengo miedo a que se aleje de mí, se que lo hará—. Cuando lleguemos a mi reino te puedo asignar al maestro viejo.

—¿Maestro viejo?—ladeó la cabeza.

—Es un viejo hechicero que ha conocido a otro dos atrix. Hace más de cuatrocientos mil años está vivo. Y puede ayudarte—sonreí.

—Ah... Yo no quiero estorbar, puedo esperar a que termine el evento—decaé. ¿Cómo va a pensar eso de ella misma? ¿No ve que un rey se está preocupando por ella?

—No eres un estorbo, para mí nunca serás un estorbo. Mañana mismo nos vamos, el evento no es necesario—murmuré.

¿Quién quiere pasearse por una sala llena de vampiros y ver cómo matan humanos? No voy a dejar que Afra vea eso.

—¿Entonces a qué has venido?—preguntó y yo tragué saliva. Dijo sentándose en la cama.

—He venido a cerrar un trato con Exel—ella parpadea. El maldito trato.

—¿Yo te puedo ayudar en eso?

—No—respondí al segundo.

—¿Entonces para que me has traído contigo?—se sienta en la cama esperando respuesta.

—Porque... no quería estar solo—Por una parte fui sincero, no quería estar solo, no quería dejarla en ese castillo, sin mí.

No quería volver y ver que alguien se la ha llevado. Me aterra la idea. Me aterré cuando la ví llorar y temblar de dolor y no poder hacer nada para ayudarla. Me aterré cuando todo se rompió y ella se desplomó en mis brazos. Me aterra verla y saber que le oculto un secreto de tal magnitud.

—No me molestaría acompañarte pero...—sus palabras pararon en eso «pero».

Tenía ganas de preguntarle: ¿Pero qué? Saber que le pasaba, pero tuve la sensación de que no iba a sacar nada de información y era mejor dejarlo así.

Las alas del atrix [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora