☆ CUARENTA Y SIETE

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Dejó su computadora en el medio, así los tres podían ver la película. 

Cómo no lo pensó antes, esto de estar abajo de las estrellas era tan magnífico, lástima que no estaba tan feliz, claro, trataba de sonreír, pero sabía que sus amigos se daban cuenta de cuan triste estaba, solo que no decían nada, y se los agradecía, con cada pedazo de su corazoncito. 

Al idear el plan de su cumpleaños, primero pensó en pasar esa noche junto a Minho, pero no sabía cómo iba a reaccionar, quizás lo mandaba al diablo al decirle sobre ver una película bajo las estrellas, así que solo pensó en una merienda y que se vaya a la hora que quisiera. ¿Por qué nada podía salir bien? En verdad quería que Minho estuviese ahí. No le importaba que no sean nada más que amigos, incluso conocidos, porque lo quería, ¡lo quería tanto que hizo una invitación súper personalizada para él! El pequeño dibujo que le hizo, le llevó horas terminarlo. Con todos los colores perfectos, los detalles, ¡absolutamente todo! Pero Minho decidió tirarlo al suelo, sin siquiera avisarle. 

¿Por qué existen personas tan malas? ¿Por qué éstas se colocan en la vida de otras que no tienen otras intenciones que hacerlo feliz? Porque, a pesar de que eran pocos los momentos en los que Lee largaba una carcajada, o siquiera una sonrisa, Jisung se prometió a sí mismo hacerlo feliz más seguido, quizás así el mayor se podía animar a ser feliz, sin miedo a nada. 

Falló. 

Minho no tenía remedio, y no iba a dejar los pedazos de su corazón en las manos ajenas para que se rompa aún más. Pero lo hizo. Se dijo a sí mismo, una vez más. Quizás, en el día de mañana, venga de sorpresa y te diga cuánto le gustas. Se emocionó, sin pensar que la maldad se podía apoderar de la situación y salir lastimado. 

Porque así lo fue, Minho fue malo, incluso más que eso. 

Fue despiadado; tomó lentamente su corazoncito y lo estrujó entre sus manos, sabiendo que era lo que tenía, sabiendo que era con lo que estaba jugando. Pero no podía culparlo de todo, él tenia la culpa también: creyó en una inocencia falsa. En una carencia de amor. En una fingida calidez. En una inexperiencia en dejarse amar. Creyó que le podía dar todo, con tan solo una mirada, una sonrisa, incluso alguna acción linda. Creyó que Lee podía salir de su monotonía, que solo estaba siendo necio, pero no. Él era malo, era alguien realmente malo que no se merecía ni la más mínima pizca de su persona.

—JiJi, no llores —susurró Felix a su lado. 

Se apoyó en el pecho de Jisung y comenzó a hacerle caricias en su pancita. Sabía que no tenía dolor de estómago, pero al menos esperaba poder quitarle un poco del dolor en su corazón, sabiendo que sería inútil.

—¿Quieres que cambiemos la película? Podemos poner una comedia o una de fantasía.

—N-No es la película... n-no dejo de pensar en Minho hyung.

—Sunggie, ¿quieres que abramos los regalos? Hasta mi abuela te dio uno y quiero ver que es, aunque conociéndola, tal vez sea un gorro tejido al crochet... —habló Jeongin, logrando que su hermano y su amigo rían.

—Vamos, así nos preparamos para dormir —dijo, si fuese sido en otras circunstancias, la idea de abrir los regalos le hubiera emocionado demasiado. 

Luego de haber sacado todas las mantas, las colocaron arriba de los colchones que estaban esparcidos en la sala, cerca de la chimenea. Prendió la televisión y puso la misma película de amor. Los tres fueron a buscar los regalos y se sorprendieron al ver una caja azul pastel, era más grande que las demás y Jisung no sabía de donde venía. Se sentaron en los colchones, pasando la película a segundo plano. Abrieron todos los paquetes en cuestión de segundos: había dulces, dinero, brochecitos y diademas, además de ropa y un gorro tejido al crochet. 

Dejaron la más interesante para lo último, la caja azul tenía una tarjeta, sin embargo, no estaba escrita. La abrió y sus ojitos brillaron al ver lo que había adentro: dos paquetes de sus dulces favoritos de sandía, muchos libros para colorear y para leer, lápices, marcadores y hasta portalápices. Sus labios formaron una sonrisa, sabía de donde venía.

—Minho hyung vino y me trajo un regalo.

—Dejo el salario de sus padres aquí —dijo Jeongin, inspeccionando que los libros sean de buena calidad—. Sí, definitivamente.

—Aunque esto sea algo muy lindo de su parte, no lo perdonaré —se cruzó de brazos decidido.

—Eso es, JiJi, dale con la silla —pidió Felix, abrazándolo.

Jisung bebió un poco de su agua, esperando a que las personas se vayan del pasillo para él poder irse

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Jisung bebió un poco de su agua, esperando a que las personas se vayan del pasillo para él poder irse. 

¿Por qué hacía esto? No lo sabía, pero era mejor esperar a que esté vacío y no encontrarse con los amigos de Minho, o compañeros, ya que recordaba a la perfección como él le había dejado en claro que ellos no eran sus amigos.

—Mentiroso —susurró.

—¿Hablas solo?

El menor dio un salto y se giró, conociendo a la perfección aquella voz. Cerró rápidamente el casillero y tomó su mochila, hizo ademán de irse, pero Minho lo detuvo.

—Espera, debemos hablar.

—¿Hablar de qué? Me dejó muy en claro que solo jugó conmigo. ¿No le bastó con destrozarme, que viene por más? ¿Qué clase de persona disfruta del dolor ajeno?

—Lo siento —los ojos de Jisung no expresaban nada más que dolor.

No había ese brillo, ese rastro de felicidad, de inocencia... lo había roto por completo.

—¡Ay que bueno! Ahora vuelvo a estar como antes —dijo con sarcasmo, mientras que todas las palabras se volvían un nudo gigante que perforaba su garganta—. ¿Se siente mal por todas las cosas crueles que me dijo? Pues lo felicito, tiene que sufrir al menos un poco de lo que estoy sufriendo yo. ¿Porqué me hizo esto? ¿Por qué yo? ¿Se divirtió?

—No, Jisung, no. No hay excusa para lo que te dije, solo quiero que lo olvides y que...

—¡Te odio! —gritó, alejándose de él y dejando a la vista todo su dolor—.¡Lo odio con todas mis fuerzas! ¿Por qué, Minho hyung, por qué elegir ser un cobarde? Entiendo que nunca sintió lo mismo que yo, que jamás va ser posible que me quiera, pero yo nunca le hice algo malo, ¿por qué hacerme esto? Se convirtió en una persona importante en mi vida... mi primer beso, mi primera cita... ¿Por qué hiciste esas cosas por mi? ¿Por qué comprarme dulces, esperarme hasta que termine la clase, incluso dormir conmigo? ¿Todo eso fue parte del juego? ¿Alguna vez pensó en mi? En como me sentiría al saber que solo me usó, como si fuera un juguete —las lágrimas caían por su rostro y su voz se quebraba cada vez más, pero eso no le importó—. ¿Nunca sintió algo por mi, ni siquiera cuando me besaba o abrazaba? —Minho se quedó callado, mirando a un punto fijo en el suelo—. Estaba dispuesto a quererlo, ¡incluso llegué a pensar que tenía suficiente amor para los dos! Pero me moría por una respuesta suya... supongo que me la dio junto a los pedazos de mi corazón. En verdad lo amé, pero es claro que no tengo el suficiente amor que creía, porque Minho hyung se llevó una parte. 

Y sin más que decir, salió corriendo, dejando a Minho al borde de las lágrimas. 

━ 𝑰𝒏𝒇𝒂𝒏𝒕𝒊𝒍 ✧ 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora