☆ CUARENTA Y SEIS

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Se sentía vacío.

En realidad, no sabía cómo se sentía, pero creía que eso era lo más cercano. Estaba acostado en su cama, eran las tres de la tarde y la falta de paciencia lo ponía de mal humor. Ya era sábado, y solo faltaban dos horas para las diecisiete de la tarde, es decir, faltaban dos horas para poder ver a Jisung... primero, si es que eso era posible.

Lo pensó, solo iría a hablar con su madre, si lo dejaba para después, probablemente nunca más la encontraría por sus horarios de trabajo. Claramente, eso es una excusa: necesitaba verlo con todas sus fuerzas.  En el día de ayer no fue a clases, por ende, tampoco lo vio. Se acostumbró a su presencia, su repentina aparición por todos lados, como ahora, que no podía apagar su celular para dejar de ver la última conversación que tuvieron por chat. "Minho hyung, ¿nos podemos encontrar en algún lugar?" Era lo último que estaba escrito, no le respondió, quizás así no metería la pata, pero evidentemente, metió las dos.

Lo jodió.

Jodió todo lo que le hacía bien. Su sonrisa, su brillante personalidad y su energía... Todo lo echó a perder. ¿Lo había hecho mal? Claro que sí, ¿pero qué le quedaba? ¿que su padre le ponga las manos encima? No, era mejor que lo lastimara él, que lo apartara, que... ¿por qué diablos tuvo que crecer en una familia así?

Envidiaba a Changbin. Su familia lo apoyaba en todo, no importaba la persona que llevará a cenar, sus padres siempre estaban con una sonrisa. Pero los suyos no eran así, y lo aceptó desde muy pequeño, quizás por eso se rehusaba al amor, porque sabía que no iba a tener apoyo.

Iba bien. Todo su plan iba jodidamente bien, hasta que llegó un enano, con su cabello más dorado que el dorado mismo, con cosas en el pelo, hasta diademas de orejitas y le dio vuelta, no solo el plan, sino su vida. ¿Cómo haría para solucionar todo? Porque estaba más que claro que Jisung no le iba a perdonar de una.

O quién sabe, Jisung es una caja de sorpresas.

Su corazón palpitó con desespero, Han estaba en línea. Las ganas demandarle un mensaje estaban allí, pero no sabía qué escribirle. Sin embargo, el en línea desapareció, así como sus ganas de seguir existiendo.

Largó un suspiro, ¿cómo dejó que esto pasara? Idiota, idiota, idiota. Un par de golpes suaves en la puerta interrumpieron sus pensamientos, y luego vio a Changbin entrar. Dejó su celular por algún lado de la cama, sintiendo como el sueño lo inundaba por completo, esperaba poder dormir al menos media hora de lo que no pudo dormir en la noche.

—Felix dice que Jisung está muy feliz en su día, aunque a veces ve como su sonrisa desaparece y sus ojos se colocan rojos, pero que logra ocultarlo.

—¿Y qué quieres que haga?

—Que levantes el culo, Lee. Que Hables con su madre acerca de la amenaza y hagas algo con respecto a Jisung —se apoyó en el marco de la puerta, dejando sus ojos en el rostro triste de su amigo.

—Lo sé, estoy pensando en qué hacer.

—Primero, báñate, huele a muerto aquí adentro y segundo, piensa en un regalo para él. Si él te invitó, es porque en serio quería que estés allí. Porque a mi, siendo novio de su mejor amigo, no me dio ni un sticker —bufó, mirando sus uñas recién cortadas. Minho sonrió.

—Yo huelo bien, quizás eres tú.

—Sí, ajá. Báñate, por favor —pidió y salió de la habitación.

 Báñate, por favor —pidió y salió de la habitación

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━ 𝑰𝒏𝒇𝒂𝒏𝒕𝒊𝒍 ✧ 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora