☆ SESENTA Y OCHO

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Minho largó un suspiro, estaba totalmente cansado y solo quería acostarse en su cama, una vez más, no durmió absolutamente nada, y en lo único que pensaba, era en faltar a la práctica. Solo deseaba poder dormir horas y horas, pero sabía que eso no era posible. 

Lo peor en este momento, era la voz chillona de la profesora de matemáticas. Recordó las veces en que se burló de la voz de Jisung, diciéndole de la misma manera, hasta aún peor, pero ahí estaba, mirando hacia atrás de reojo para ver como escribía en su cuaderno, totalmente concentrado en la explicación. Volvió a largar un suspiro, necesitaba fumar, al menos así olvidaba el hecho de que sus ojos pesaban. 

Abrió su cuaderno, totalmente sin ganas y lo primero que vio fue el mismo dibujito que Jisung estaba pintando en el día de ayer. Se giró para mirarlo, la distancia no era mucha, sin embargo, no se pudo encontrar con sus preciosos ojos, ni siquiera con sus mejillas rojas por estar tan concentrado en los ejercicios. El dibujo era simplemente precioso: no solo había un gato, sino también una pequeña ardilla y para terminar, estaban ambos, perfectamente dibujados, como si fuese una calcomanía. 

Y sonrió enormemente al leer: ¡Si quiere dibujitos pídalo, que le daré todo lo que quiera. La vergüenza noes opción!

—Lee, preste atención —dijo su profesora, que lo vio muy sumido en aquel papel que no tenía nada que ver con su materia.

—Sí.

Este dibujo es más importante que su materia. Quiso, literalmente, gritar. 

En la vida había prioridades, y una de ellas era tirar del brazo de rubio y meterse en algún salón vacío para poder darle un beso. Y de paso secuestrarlo todo el día, solo para él.

Jisung formó un puchero inconscientemente al ver el mensaje de Yunho en su celular

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Jisung formó un puchero inconscientemente al ver el mensaje de Yunho en su celular. Lo invitó a tomar una chocolatada calentita en una cafetería, pero no sabía muy bien qué contestarle, porque Minho le había pedido estar juntos en la tarde, luego de su entrenamiento. Además, el horario para tomar una chocolatada, atrasaba su rutina por completo, y no se podía permitir aquello. 

Su mirada se volvió confundida, aun más cuando Minho se acercó a él, no podía sonreírle como siempre, porque en serio quería compartir un poco de tiempo con su amigo Yunho, pero si ese era el horario, no podía. Era algo raro, sí, eso de tener un horario para todo... Pero así estaba mejor, teniendo un orden en su vida, no se alteraba, no se desesperaba por algo. 

Todo se volvió un camino hacia la armonía y la paz desde que se sentó en la sala, con diez años y colocó aquellas horas. Era tan bonito tener un orden...

—¿Qué pasa? —preguntó al ver que el rubio estaba mirando a un punto fijo, sin pestañear—. ¿Te sientes bien? 

El rubio asintió, dudando si decirle o no.

—Sí... Es... Es que...

—¿Wonwoo volvió a molestarte?

—No... Ni siquiera me ha dirigido la mirada —sus ojos se encontraron y notó la sonrisa del mayor.

━ 𝑰𝒏𝒇𝒂𝒏𝒕𝒊𝒍 ✧ 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora