☆ CINCUENTA

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—¿Por qué sus amigos me hacen esto? —preguntó con su voz rota. 

Minho no supo qué contestar, solo siguió desinfectando la herida en la mano de Jisung, que se ocasionó por la caída. Era un corte feo, pero no necesitaba puntos, igualmente, la idea de llevarlo al hospital fue dicha, pero fue el menor quién se negó, alegando que estaba bien. Sin embargo, sabía que eso no era cierto. 

Estaba claro que el tema de las palabras lo tenía que practicar seriamente, porque eso de no tener qué contestar o que las mismas palabras se queden en su garganta era un fastidio, y más porque necesitaba ser claro. Pero por arte de magia, abrió la boca y cada idea, cada pensamiento, salió a la luz. 

—No son mis amigos, Jisung. Y respondiendo a tu pregunta, tampoco sé por qué te tratan así, pero acabará. 

—Llevan años molestándome, ¿de un día para el otro cambiará? A veces la idea de cambiarme de escuela es muy fuerte, pero también es muy probable que me molesten ahí —confesó cabizbajo. 

—No tienes que ser tú el que se vaya, lo harán ellos, no te preocupes —tomó una venda y comenzó a pasarla alrededor de su mano—. Trata de limpiarte la herida cada ocho horas, una vez me lastimaron así y el doctor me dijo lo mismo. 

—¿Lastimaron? ¿Quién lo lastimó? —levantó su cabeza, mirando los ojos negros de Minho. 

Tragó saliva, dándose cuenta que metió la pata al decir eso. Estaba claro que no diría que fue su padre, entonces mintió. 

—En básquet, alguien me raspó con sus botines y me cortó, nada grave —el rubio asintió, para nada convencido—. ¿Tú... Tú tuviste un ataque de pánico, verdad? Como el que tuviste en la confitería. 

Jisung volvió a bajar la mirada, siendo imposible aguantar como los orbes de Lee lo miraban. Sus ojitos brillaban tanto que no quería volver a caer. No respondió, simplemente asintió. 

—¿Desde cuando los tienes? 

—Desde siempre —susurró, queriendo que esa conversación acabara lo más pronto posible. 

—¿Y el miedo a la oscuridad? 

—Desde que sus amigos me metieron en un cuarto oscuro en primer año. Siempre fueron así, metiéndose conmigo cuando yo nunca les he hecho algo malo, ¿cómo puedes decir que se acabará? 

—Porque me haré cargo de que eso pase. 

—Deje de ilusionarme, ¿no le quedó en claro lo que le dije ayer? ¿O el viernes? ¿Tan terco es, hyung? 

—Pero te gusta este terco, ¿no es así? 

Jisung retrocedió lo que pudo, estaba sentado en el sofá, con Minho encuclillas adelante, así que eso no funcionó como esperaba. 

—Jisung, ¿te sigo gustando? 

El rubio se quedó callado, siendo imposible que la tristeza no golpeara su cuerpo. Las lágrimas no tardaron en llegar, bañando sus mejillas rápidamente. 

—Me hizo mucho daño, hyung... Y aunque quiera, no puedo alejarme, pero prometo que eso sucederá, llegará el día en que no sienta nada por usted. No habrá más trabajos que hacer, no más dulces, abrazos, ni besitos... no habrá Jisunggie atrás de Minho hyung. 

Lee Levanto ambas manos, sorprendiéndose por el leve temblor que estas tenían, y las dejó sobre sus mejillas. Limpio cuidadosamente las dos, tratando de dejarlas sin rastro alguno de las lágrimas, pero esto era inevitable, ya que caían como cascadas, logrando que su corazón palpitara con desespero, como si estuviese sintiendo la misma tristeza que Jisung. 

—No quiero que te alejes... eres mi niño, ¿entiendes? Debo protegerte, cuidarte... no puedo estar sin ti. 

—Hablas de cuidarme —sonrió sin ganas—. Cuando eres el único que me ha hecho daño significativo. No importa cuantas veces me encierren, o cuantos ataques de pánico pueda tener a causa de ellos, me lastiman sus palabras hyung. Siempre fue así, lo sabía y decidió usar ese poder que tiene en mi. Ni siquiera me ha dado una explicación, solo me pidió que lo olvidara, como si fuese algo tan simple. 

—Lo siento. Lo siento por todo lo que te he dicho, hecho, hasta lo que he pensado de ti, Jisung, en serio estoy arrepentido. 

—Deje de decir esas cosas y deme una explicación, por favor, hyung, ¿porqué me dijo esas cosas?—No tengo buena relación con mis padres, más con papá. No le gusta nadade lo que yo hago, básicamente odia mi existencia. A la confitería que fuimos, el dueño es uno de sus amigos, supongo que él fue quien le compartió las imágenes de tú y yo besándonos. El día en el que te dije esas cosas, créeme que tenía otras intenciones, pero antes hablé con él y me amenazó diciendo que si no te dejaba, te haría daño y yo sé de lo que es capaz, no soportaría el hecho de que te pasara algo... Pero fui un imbécil y decidí hacerlo yo, porque... Porque no lo sé, estaba asustado y creí que era lo mejor. 

—Hyung... ¿qué otras intenciones tenía? 

Minho tomó aire y paso sus manos por los pequeños muslos hasta llegar a su cintura y dejar sus dedos allí, mientras pensaba seriamente en cómo diría las palabras.

 —Me gustas. Me gustas tanto que hasta te estoy llamando por tu nombre —pensó que había metido la pata, pero largó todo el aire que estuvo conteniendo al escuchar la risa del rubio—. Jisung, en serio, me gustas. 

—Lo perdonaré —los ojos de Lee se abrieron de par en par, sintiendo como su corazón palpitaba con desespero, esta vez podría salirse de su pecho—.Pero debe contestarme algo y debe ser totalmente sincero —Minho aceptó, asintiendo varias veces—. ¿Me quiere? 

No contestó. 

Sino que se acercó y unió su boca con la ajena, saboreando el brillo labial sabor a sandia... Mierda, como lo había extrañado. 

—Te quiero —susurró contra sus labios—. En serio, te quiero. 

—¿Mucho, mucho, mucho? —preguntó para asegurarse. 

—Mucho, mucho, mucho —respondió, volviendo a besar sus labios. 

Pudo sentarse en el sofá y abrazarlo, pero decidió atraerlo para dejarlo entre sus piernas. Ambos estaban en el suelo, pero eso no importaba, estaban juntos: Jisung reía por las cosquillas que le causaban los besos de Minho por todo su cuello. Sin embargo, el momento de felicidad terminó para Lee. 

—¡Hay que terminar el trabajo! 

—No empieces —rodó sus ojos, cansado de hacer tareas y más tareas. 

—¡Lee Minho! —retó, tratando de salir de sus brazos—. No terminaremos nunca y tendremos malas notas. 

—Bien, ve. 

—¿Cómo que "ve"? Vamos, querrás decir. 

—No, porque yo no quiero hacerlo. 

—¡Perezoso! 

—Dime algo que no sepa. 

Jisung consiguió salir de los brazos del mayor, pero no se levantó, sino que se dio la vuelta y acunó su rostro como si fuera lo mas preciado que tiene. 

—Te quiero, Min. 

Y esta vez fue el rubio quien dio el beso, siendo imposible para Lee no sonreír en el medio. Solo esperaba que con esta pequeña sesión de besos se le olvidara hacer el trabajo, porque no era mentira que no quería hacer nada más que estar abrazando a Jisung, de la misma manera en la que ambos estaban ahora.

━ 𝑰𝒏𝒇𝒂𝒏𝒕𝒊𝒍 ✧ 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora