☆ TREINTA Y NUEVE

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No sabía cuánto tiempo pasó, pero fueron largos minutos los que transcurrieron mientras lo tenía entre sus brazos.

El cuerpo de Jisung comenzó a temblar, mientras la discusión entre las personas que iban al volante se hacía cada vez más fuerte, logrando que el rubio se asustara aún más. Y que Minho no sepa qué hacer.

Necesitaba hacer algo. Necesitaba calmarlo.

Pero las ganas de levantarse y comenzar a pegarles a las personas que discutían sin razón alguna, le ganaban, justamente porque estaban logrando que Jisung se alterara más. ¿Acaso no podían hacer silencio, marcharse y listo?

Minho apartó la vista del grupo de personas cuando el rubio tomo fuertemente su mano. Sin comprender lo que estaba pasando, lo estrechó aún más contra su pecho, dándole la protección que el menor estaba buscando.

—Todo está bien, ¿si? —susurró, tratando de que su voz suene lo más calmada posible. No pasó nada. Tranquilo, pequeño, tranquilo. Respira —indicó, acariciando su espalda, transmitiendo seguridad.

Jisung siguió respirando. Recordó lo que pudo de las sesiones con su doctora, la cual le habia enseñado a respirar bien en situaciones como estás, pero hace tanto que no le pasaba, que todo lo que aprendió, se habia borrado de su mente.

El corazon de Minho comenzó a palpitar a un ritmo más calmado, cuando sintió que los temblores iban desapareciendo lentamente y los sollozos se iban acallando.

—Min-Minho hyung —llamó, cuando por fin pudo recuperar un ritmo normal de su respiración y un poco de tranquilidad—. Qui-Quiero dulces.

Minho rió, sin poder comprender como de un ataque de pánico, lo único que quería eran los dulces. Pero no se negó, ni siquiera cuando Jisung se acomodó en su pecho, como si fuese un bebé.

—Los que quieras-cedió ante su pedido.

Ya pasó cerca de dos horas, y se resumía en Jisung saltando de alegría, probar un dulce y volver al otro para saber cual era el más rico

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Ya pasó cerca de dos horas, y se resumía en Jisung saltando de alegría, probar un dulce y volver al otro para saber cual era el más rico. Menos mal que el dueño de la confitería conocía a Minho por su padre, y el mismo señor fue tan gentil en dejarle muestras gratis, de prácticamente todo el local, de la cantidad que quiera, las veces que quiera. Y Jisung estaba muy contento por ello, ya que, sin saberlo Minho, le estaba cumpliendo un sueño: comer dulces hasta que su pancita doliera.

Oh... cuando les cuente a Felix y Jeongin sería la envidia por un buen rato... pero se les irá, porque les llevará al menos un dulcesito. Y es por eso que los estaba probando, porque él se quedaría los más ricos.

Minho miró el reloj en su celular, sorprendiéndose al ver que ya eran las once y treinta. No iba a mentir, ir allí era una forma muy buena de perder clases, y aunque él no era muy fan de lo dulce, estaba disfrutando al igual que Jisung.

Algo que también le sorprendía era el hecho de como se había olvidado del ataque de pánico. Cómo podía actuar como si nada hubiese pasado, porque él aún no podía quitarse el susto de encima. Por más que quisiese, no podía borrar la imágen de los ojos llorosos y asustados del rubio.

━ 𝑰𝒏𝒇𝒂𝒏𝒕𝒊𝒍 ✧ 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora