☆ TREINTA Y CUATRO

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Hyunjin dejó sus cosas lentamente sobre la mesa, más que nada para no hacer ruido. La vez pasada que vino, contó las veces en la que la bibliotecaria, alias anciana gruñona, lo había callado, llegando a la cuenta de veintisiete veces. Las de Jeongin no las contó, porque bueno, nada de él lo enojaba.

O sí. El hecho de que siempre actúe distante, o molesto con él hacía que todas sus ilusiones se vayan a la mierda. Tal vez el menor tenía esa actitud porque le había hechado la culpa por haberle derramado la bebida encima. O por esa vez que pidió hablar con él cuando estaba disfrutando del almuerzo con sus amigos y lo acorraló contra la pared para besarlo-beso que fue rechazado, o también, el hecho de que le haya mentido con que reprobó el exámen de matemática para tener más tardes con él.

Mentira piadosa que Jeongin jamás sabría.

Dejó los dos cascos de la motocicleta sobre la mesa. Hace una semana que la tenía y, por fin que ya tenía su licencia, era la primera vez que la conducia, por ello, quería estrenar un paseo en el parque con Jeongin. Solo con él.

Escuchó como el chirrido del carrito de libros inundó la habitación, y consigo una mueca en la anciana, confirmando que la simple existencia de un minimo ruido le molestaba. Recordó que Jeongin ese día trabajaba en la biblioteca, y cómo estaba aburrido y amaba arder en el infierno, se levantó de la silla y comenzó a caminar entre los pasilios, siendo rodeado por los estantes Ilenos de libros.

Su brazo no daba más, tenía más de cinco libros pesados, porque claro, no se le ocurrió otra cosa que agarrar los mas grandes que pesan igual que dos casas con familia de cinco integrantes. Largó un suspiro, sintiendo como su mano comenzaba a adormecerse.

El menor sonrió, dándole la espalda al hueco en el estante, en señal de que otro libro fue sacado, algo totalmente misterioso.

—¿Luego me harás el favor de dejar todos los libros, verdad? —susurró Jeongin, con una sonrisa juguetona.

Hwang, al escuchar aquello, no supo descifrar si su corazón comenzó a palpitar del susto o si se detuvo por lo que pasaría luego. Sintió sus mejillas arder, cosa que no pasaba mucho, pero desde que conoció al menor, le pasaba muchas cosas, así que no era nada raro aquello.

Hablando del mismo, Yang se acercó al pasillo en donde el mayor estaba, totalmente paralizado. Se colocó delante de él, esperando una respuesta

—Oh... yo...

—¿Qué estabas haciendo escondido? —tomó los libros que estaban en los brazos ajenos y los dejo sobre el carrito que trajo consigo, luego haría que Hwang pague.

—¿Cómo supiste que era yo?

—Te vi entrar, y vi tu cabello disparatarse cuando corrías a esconderte. ¿Por qué lo hacías? Sabes que no es bueno estar observando a las personas, eso es de locos... —frunció sus labios, para luego formar un pucherito.

¡Quería besarlo! ¡Necesitaba hacerlo!

—Innie...

Hyunjin susurró, derrotado ante lo tierno que estaba siendo, y es que, era digno de admirar, quién sabe cuándo aquellas actitudes lindas y tiernas se repitan, más con él que podía arruinar todo cada diez segundos.

El mayor avanzó hasta quedar cerca, solo milimetros de distancia. Dejo sus manos a los costados de su cintura con total timidez, y susurro:

—Sabes que muero por besarte, ¿verdad? —el menor no respondió, sin embargo, sus ojos brillaron de una manera tan única, sabiendo responder a todas sus dudas—. ¿Puedo besarte ahora, Innie?

Asintió, un poco confundido ya que sería su primer beso. Pero no pudo ni pensar, que ya tenia los labios de su hyung sobre los suyos... vaya labios, ¿cómo haría para separarse?

Sus manos temblorosas subieron por los brazos del mayor hasta impactarse con sus hombros, pero no fue suficiente, ya que éstas encajaron perfectamente en el rostro ajeno, tocando parte de su cuello.

—¿Quieres saltarte una clase e ir a pasear conmigo en la motocicleta?

—¿Me compras dulces?

—Escuché decir a Felix que no puedes comer —otro pucherito se hizo presente.

—Te mintió —bufó, logrando que el mayor ría—. Por favor, Hyunnie.

Igual que los ojos de Jeongin, los de Hyunjin brillaron, y puede que más al escuchar aquello, importándole menos que su hermano lo saque a patadas y probablemente no establezca buena relación con él, pero lo más importante era alimentar a su Innie.

—Bien, pero pocos —estableció el inicio de un trato.

Poquitos afirmó, haciendo la seña con sus dedos.

Y Hyunjin rió, sobre todo porque la tarde que les esperaba iba a ser más que grandiosa.

━ 𝑰𝒏𝒇𝒂𝒏𝒕𝒊𝒍 ✧ 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora