☆ NOVENTA Y CUATRO

2.6K 387 426
                                    

Jisung agarró el sandwich, deseoso de comerlo como lo hizo ayer. Pero hubo algo que le hizo dudar y fueron las voces de sus compañeras cuando las escucho hablar hace días. "Si me veo gorda, nadie me querrá y mucho menos el chico que me gusta; él todo atlético y yo..."Entonces pensó en Minho automáticamente y luego miró su pancita. 

Había comido muchos dulces, tantos que ya había perdido la cuenta, y cómo no hacia ejercicio, redujo las porciones de comida. Pero las veces que lo hacía con Minho, el mayor lo obligaba a que coma todo el plato. 

—Estoy gordito... —susurró, tocando su pancita y cortando el sándwich a la mitad para guardarlo en el refrigerador. 

Unos golpes en la puerta lo asustaron, pensó que era Minho, quizás se había olvidado de algo y regresó. Así que dejó la comida y fue feliz a abrirle, pero antes, siguiendo el consejo de su novio y su madre, preguntó: 

—¿Quién es? —lo hizo con una sonrisa, esperando que fuese Minho y que respondiera con algo para seguirle el juego, pero sabía que le estaba quitando tiempo para que vaya a entrenar. Dejó su mano en el picaporte, pero la respuesta lo desconcertó. 

—Soy Yunho, pequeño. ¿Puedes abrirme? Traje para que comamos. 

El menor retrocedió, asustado. 

—Vi que Lee se fue, así que podemos estar tranquilos por un rato. ¿Qué dices? 

Jisung no sabía que hacer, no podía reaccionar, porque estaba más que asustado. Las imágenes de él en el supermercado, como tomaba su bracito y lo llevaba sin su permiso, logró que su corazón comenzara a palpitar rápido. 

—¿Sunggie? Sé que estás ahí, ábreme. 

—¡No! —gritó desesperado. 

Yunho levantó las cejas, sorprendido por el tono en el que le habló. 

—¿Por qué me odias? Si sabes que puedo ser mejor que él. 

—¡No, nadie es mejor que mi hyungcito! ¡Yo lo quiero a él! 

Yunho dio un golpe estruendoso en la puerta, logrando que el rubio saltara del susto y que las lágrimas comenzarán a fluir. 

—¿Por qué me odias? Si solo me dejaras... 

—¡Ya le dije que no lo odio! —gritó, llevándose la mano hacia su pecho, esperando que su corazón se calmara. 

—¿Entonces? Sunggie, sabes que yo... 

—Le tengo miedo. No lo quiero, por favor, váyase. Me está asustando —las lágrimas no dejaban de salir, su cuerpo comenzó a temblar. 

—Si solo me dejas intentar, te vas a dar cuenta que puedo ser alguien muy bueno para ti. 

Jisung tuvo un poco de valor y se acercó a la puerta, pero no pensaba abrirla, solo era para dejarle algo en claro. 

—Las personas buenas no hacen cosas malas. Y tú eres alguien malo. Muy malo. 

Yunho largó un suspiro, ¿era enserio? 

—¿Lee te metió esas mierdas en la cabeza? Él sabe que padeces de autismo, y utiliza eso en tu contra. 

—¡Yo no padezco autismo, soy autista! —exclamó, enfurecido—. Minho entendió eso, Minho entendió eso, Minho entendió eso... —repitió varias veces, a la vez que sus manos comenzaron a picar con fuerza y tuvo que calmar eso con pellizcos. 

—¿Sabes qué? Entraré por la puerta del jardín, vi que estaba abierta —avisó y levantó la bolsa que la había dejado en el suelo por el enojo. 

Jisung se quedó helado. 

Sus músculos no reaccionaban, ni siquiera podía limpiar sus lágrimas que estaban haciendo cosquillas en sus mejillas. Pero un extraño silbido lo hizo reaccionar y corrió lo más rápido que pudo para ingresar a la cocina, viendo la sombra pasar por una ventana, lo que provocó que se apurara en agarrarlas puertas de vidrio y cerrarlas con el pestillo. 

Yunho se quedó sorprendido, pero el enojo lo invadió y golpeó fuertemente el vidrio, importándole muy poco si Jisung lloraba. 

—Me abres, ahora. Hacemos como que no escuché nada y comeremos lo que traje. 

—¡Ya comí con mi hyungcito! —mintió y le sacó la lengua. 

—Yo puedo ser un mejor hyungcito que él. 

—¡Nadie puede ser igual a él! ¡Solo él es mi hyungcito! 

Jisung notó que Yunho estaba pensando en qué decir, así que retrocedió y tomó su celular, para luego salir corriendo hacia su habitación. Una vez allí, su cuerpo comenzó a temblar como nunca lo hizo antes. No podía agarrar su celular, ni marcar el número, hasta sus lágrimas impedían que pudiera ver la pantalla. Y cuando por fin pudo, Minho no contestó. 

—¡No, no, no! 

Asustado, corrió para tomar su mantita y envolverse en ella, además de su osito de peluche. Gruñosito podía calmarlo. Se acurrucó en un rincón junto a la cama y a la puerta del baño, pero recordó que la puerta de su habitación no se podía cerrar con llave. 

El miedo vagaba por todo su sistema de una manera incontrolable cuando escuchó los golpes que provenían de la puerta principal. Volvió a llamarlo, mientras limpiaba sus lágrimas y abrazaba a Gruñosito con las fuerzas que tenía. 

—Bebé... 

—¡Hyungcito, hyungcito! —respondió con su voz temblorosa—. Yunho está en la puerta. Está golpeando muy fuerte. Min, tengo miedo, no quiero que me lleve. 

Su llanto incrementó y Minho frenó el auto en secó, importándole muy poco las quejas de los demás. Dobló, ansiando la multa. 

—Estoy yendo. Ve a tu habitación y enciérrate ahí. Busca un lugar y no te muevas, ¿sí, bebé? Respira profundamente, recuerda que tienes que estar calmado. Ahora hyungcito, tiene que hacer unas llamadas, son personas que llevaré para que ya no sientas miedo. 

—¿Cu-cuando termine me llamará de nuevo? No quiero estar solito. 

—No solo te llamaré, sino que iré y dormiremos la siesta juntos, para luego merendar. Es una promesa, bebé. 

—Está bien, lo espero. 

Minho cortó la llamada, maldiciendo a la vez que aumentaba la velocidad y marcaba el número de la policía, y el de su madre. Jamás pensó llegar tan rápido a algún lugar y menos con las ganas de matar a alguien, pero cuando llegó, la policía estaba estacionando en el lugar que les indicó anteriormente. No les explicó absolutamente nada, porque ya le había dado las indicaciones necesarias para que lo apresaran. Pero al acercarse cada vez más, y viendo como Yunho se sorprendía por la escena, no le dio ni tiempo a que abriera la boca, que estampó su puño contra la nariz, logrando que la cabeza golpeara contra una columna, provocando una abertura en su frente. 

—¿Por qué lo asustas de esa manera? ¿No te bastó con casi llevártelo sin su consentimiento? 

Pero estaba perdiendo el tiempo hablando con una pared, por ende, ingresó rápidamente la llave y abrió la puerta, observando como la señora Han llegaba enfurecida. Corrió hacia la habitación y golpeó suavemente. Sabía que estaba abierta, ya que no se podía ponerle pestillo, pero aún así, prefirió no asustarlo. 

—Bebito, soy yo, hyungcito. 

Jisung abrazó el peluche un poco más y decidió ponerse de pie. Caminó hasta la puerta, pero no la abrió de inmediato, sino que la dejó entreabierta, para poder ver, o más bien observar lo que podía, debido a las lágrimas. Y cuando comprobó que si era Minho, corrió a él para abrazarlo, soltando sollozos. 

—No deje que me lleve, no quiero estar con él. Quiero estar contigo. ¡Tú eres mi único hyungcito! 

—Nadie te llevará, porque yo no permitiré eso. 

El cuerpito de Jisung temblaba demasiado. Tanto, que Minho lo abrazó un poco más fuerte, tratando de calmar a su niño. Y las ganas de matar a Yunho. 

—No dejaré que nadie te haga daño —afirmó, dejándole un suave beso, que reconfortó de alguna manera a Jisung. 

Hoy, ni nunca. 

━ 𝑰𝒏𝒇𝒂𝒏𝒕𝒊𝒍 ✧ 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora