Minho miraba a la recepcionista y luego a Jisung, quien estaba sonriendo al encontrar un adorno de un gato que movía la mano, lo estaba imitando.
Era tan tierno, pero le disgustaba, por no decir, le asqueaba, la mirada que la señora le estaba dando a su niño. Tiene como treinta años esa mujer, ¿no podía disimular un poco? Ya bastante era con que Jisung se sentía triste por los estudios y ahora que se había entretenido con el gatito, no quería que notara la expresión de la odiosa señora.
—Firmen aquí, ¿Han Jisung, tiene la edad suficiente, no? —preguntó de mala manera, rebajando al rubio con su mirada.
—Sipi, ¡soy un adulto! —chillo de la felicidad.
Tomó la lapicera y dejó su más que prolija firma. Minho se sorprendió, la suya no era más que un garabato. ¿Pero que podía esperar de aquél niño?
Alias, mi bebé.
Pensó, con una sonrisa, pero esta se desvaneció al ver como la mujer lo miraba con una expresión rara. ¿Era una jodida broma? Trabajaba en un hospital, ¿como diablos podía ver de esa manera a un paciente? Su sangre hirvió, queriendo no solo decirle, sino escupirle en la cara que saque esa expresión de asco, pero una enfermera le interrumpió.
La misma chica los acompañó a la sala de espera, la cual le indicó a cada uno que se sentara, que el médico estaría en unos segundos.
—Por favor, quítense todo lo que sea metal, como collares, anillos, pendientes, cinturones, entre otras cosas que contenga el material. Esperen aquí que los llamaré en un instante.
Ambos asintieron. Minho se sorprendió, ya que Jisung comenzó a quitarse todas las cosas dichas por la enfermera y le sorprendió que llevase tantas cosas. Él tan solo llevaba unos pendientes un anillo en su dedo pulgar.
—De seguro ahora pesas dos kilos menos —bromeó, teniendo el ceño fruncido cómo respuesta—. Por todo lo que te has sacado, debes pesar menos —explicó, mientras se acomodaba sobre la pared a la vez que llevaba su mano sobre la pierna para hacer caricias.
—Oh... —musitó comprendiendo y sonrió—. Es que me pongo esas cositas para quedar lindo... Supongo, no sé, me gusta...
—Ya eres lindo, bebé. No hace falta que te pongas pendientes, anillos o esas cosas —susurró para sí mismo, a lo que Jisung escuchó algo completamente diferente.
—¿Que si tengo cosas pendientes? Uhm... Nopi.
Minho esbozó una sonrisa y acarició el muslo pequeño.
—¡Mentira! Hyungcito, la fecha de la entrega del trabajo es en dos días... Sé que la profesora nos dio demasiado tiempo porque es un porcentaje de la nota final, pero nosotros nos pasamos...
Lee largó una estruendosa carcajada, lo que logró que Jisung colocará esa expresión de enano empacado.
—Lo siento, bebé. No dije eso, dije que ya eres lindo, que no es necesario que te cargues de cosas, pero si a ti te gusta, no puedo objetar.
—Sí, a mi me gusta... Aunque a veces, por el frio, mis manitos se hinchan y no puedo usar ningún anillo porque es incómodo... Y hay veces en que el anillo me queda grande y se resbala de mis deditos... ¡Ah, yo no entiendo como puede pasar eso si el anillo es el mismo!
El pelinegro observaba al rubio jugar sus deditos. Le parecía muy tierno, hasta que se dio cuenta que lo hacía por los nervios, así que no tardó en soltar el muslo para tomarle la mano y enlazarlas.
—¿Sabes que quiere decir eso, enano? —obtuvo la atención del menor, junto aun semblante confundido—. Tus manos son mágicas.
—¿Cómo...? Pero si no puedo hacer magia... —dijo con un puchero, pensando seriamente en como las brujas de los cuentos la hacían, obviamente, que su intención no sería mala.
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━ 𝑰𝒏𝒇𝒂𝒏𝒕𝒊𝒍 ✧ 𝑴𝒊𝒏𝑺𝒖𝒏𝒈
Random-Minho hyung, ¿le gustan mis orejitas? -preguntó señalando la diadema en su cabeza. -No, te ves jodidamente infantil -espetó. Donde Jisung tiene una personalidad muy única, por no decir de niño, debido a un trauma en su infancia. Y en donde Minho es...