54. Cᴀᴢᴀ ᴅᴇ ʙʀᴜᴊᴀs

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A la mañana siguiente, Dean se despertó lentamente, sintiendo el vacío a su lado en la cama. Al abrir los ojos y darse cuenta de que Kate no estaba, frunció el ceño. Se incorporó, apoyando la espalda en el cabecero de la cama, todavía medio dormido. Miró alrededor de la habitación, buscando algún rastro de ella, pero no encontró nada. Su chaqueta también había desaparecido, lo que le hizo suponer que había salido.

Tampoco le dio mucha importancia, por lo que permaneció tumbado durante unos minutos, recordando la intensa noche que había experimentado. Finalmente, se levantó y comenzó a vestirse, revisando su móvil por si Kate le había dejado algún mensaje. Nada. Empezaba a sentirse un poco preocupado, aunque intentaba convencerse de que no había motivo para alarmarse.

Salió de la habitación y se dirigió a la suya, encontrándose con Sam justo cuando éste salía de la ducha.

—Espero que lo hayáis pasado bien los dos anoche, pero para la próxima, recuérdame que elijamos habitaciones que no estén pared con pared. Ambos tenéis demasiada capacidad pulmonar.— aseguró, mientras se secaba su pelo con una toalla más pequeña.

El rubio hizo una mueca, un tanto avergonzado, pero luego le respondió. —Ah, vamos, Sammy. Yo también aguanté varias noches cuando tú e Izzie os acostabais, así que no seas crío.

El alto rio y sacudió la cabeza, todavía divertido por la situación. Dean, sin embargo, no podía sacudirse la sensación de que algo estaba mal.

—Oye, ¿pasa algo?— preguntó Sam.

Su hermano suspiró, aunque le pareciera rara la actitud de Kate no quería volverse el típico novio tóxico, esos de los que no pueden estar sin saber donde está su pareja en todo momento. —Umm, no nada.

Tras un par de minutos la puerta de su habitación se abrió, la cazadora entró con paso decidido, sorprendiendo a ambos hermanos, pues no recordaban haberle dejado la llave.

—Tengo un caso— espetó mirándolos.

Sam fue el primero en preguntar.—¿Cómo has entrado?

—Ah, le he robado la llave maestra a la señora de la limpieza. — dijo la castaña, con una sonrisa astuta.

Ambos alzaron las cejas ante su respuesta, pero antes de que pudieran replicar, Kate continuó:

—Bueno, pero volviendo a lo importante. Hay un nuevo trabajo para nosotros. — dijo dejándose caer en uno de los sillones de la habitación. Tenía la vista perfecta para ver el cuerpo del más alto de los hermanos, que aún seguía en toalla. —Vaya Sam, no sabía que tenías un cuerpo de dios griego. —soltó con una mirada seductiva.

Sus ojos recorrieron el abdomen y los brazos de Sam durante unos instantes. Dean, sorprendido por el comentario, miró a Kate y luego a su hermano, pero decidió no darle importancia. Él mismo hacía muchas veces comentarios similares.

—¿Tan rápido? No ha pasado ni un día desde que terminamos el anterior.—comentó el rubio, centrándose en lo importante.

Esta dejó de admirar el físico del menor de los Winchester y redirigió su mirada a los ojos verdes de Dean.

—Bueno, me gusta trabajar.—sonrió— He oído por la radio de la policía que han encontrado varios cadáveres en un pueblo de Iowa. La situación parece sospechosa y encaja con nuestro tipo de casos.

—¿Tienes algún detalle más? —preguntó Sam, ahora completamente concentrado en el nuevo caso.

Kate apoyó sus dos brazos en los lados del sillón, cruzándose de piernas. —No mucho, por lo que he escuchado los cadáveres estaban desangrados o parecían carne picada.

EL NEGOCIO FAMILIAR | (Dean Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora