14.Bᴏᴜʀʙᴏɴ

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𝐻𝑜𝑡 𝑠𝑢𝑚𝑚𝑒𝑟 𝑛𝑖𝑔𝘩𝑡𝑠, 𝑚𝑖𝑑-𝐽𝑢𝑙𝑦

𝑊𝘩𝑒𝑛 𝑦𝑜𝑢 𝑎𝑛𝑑 𝐼 𝑤𝑒𝑟𝑒 𝑓𝑜𝑟𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑤𝑖𝑙𝑑

𝑇𝘩𝑒 𝑐𝑟𝑎𝑧𝑦 𝑑𝑎𝑦𝑠, 𝑡𝘩𝑒 𝑐𝑖𝑡𝑦 𝑙𝑖𝑔𝘩𝑡𝑠

𝑇𝘩𝑒 𝑤𝑎𝑦 𝑦𝑜𝑢'𝑑 𝑝𝑙𝑎𝑦 𝑤𝑖𝑡𝘩 𝑚𝑒 𝑙𝑖𝑘𝑒 𝑎 𝑐𝘩𝑖𝑙𝑑

-𝘠𝘰𝘶𝘯𝘨 𝘢𝘯𝘥 𝘉𝘦𝘢𝘶𝘵𝘪𝘧𝘶𝘭, 𝘓𝘢𝘯𝘢 𝘋𝘦𝘭 𝘙𝘦𝘺-

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Todo lo escrito en cursiva son recuerdos, que pasan por la mente de Kate de conversaciones y momentos compartidos.

Hace 5 meses

KATE

Entré en el bar de Nueva York con paso decidido, tenía la mente llena de preocupación y el corazón pesado por la situación con Dean. Necesitaba una pausa, algo para calmar mis nervios y despejar mi mente, aunque solo fuera por un momento. La música retumbaba en el local, mezclándose con el murmullo de la multitud y el tintineo de las copas.

Me dejé caer en un taburete de la barra -Un whiskey por favor - dije sin mirar siquiera al camarero.

Sam me había dejado sola aquella noche, pues mientras que intentábamos buscar alguna forma de traer a Dean de vuelta. Se había largado con una morena, a saber donde. Ni siquiera sé si la conocía, pero lo cierto es que no le culpaba. Si a mí me estaba pasando factura lo del infierno, no me quiero imaginar como lo estaba llevando él. Merecía un poco de entretenimiento.

-Gracias- contesté al barista, cuando me trajo mi vaso de alcohol.

Mientras la saboreaba, un joven atractivo se acercó a mi, con una sonrisa cautivadora. Era alto, con el cabello negro que caía desordenado sobre su frente, y unos ojos azules que brillaban con una intensidad magnética. Vestía una chaqueta de cuero negra, tenía un aura de misterio y seducción.

-¿Puedo invitarte a otra copa? -me preguntó con una voz suave y profunda, tenía un ligero acento que le daba un encanto adicional.

Titubeé por un momento-Emm, nunca digo que no a una copa- respondí, aceptando la oferta con gratitud por el breve respiro que él ofrecía de su carga emocional.

La conversación fluía fácilmente entre nosotros, cargada de risas y sugerencias. Pronto, las chispas de atracción se convirtieron en llamas ardientes, y antes de darme cuenta, estábamos saliendo del bar, acabando en mi apartamento.

Sin palabras, nos lanzamos el uno hacia el otro, devorándonos con besos apasionados. Sus manos exploraban audazmente mi cuerpo, despertando sensaciones intensas en lo más profundo de mi.

La ropa estaba esparcida por el suelo como testigo mudo de nuestro ferviente encuentro. Cada caricia, cada susurro, era un eco de un deseo compartido, una danza de placer entre dos personas hambrientas de conexión física.

El aire estaba cargado de calor, mientras gozábamos de un gran sexo salvaje. En ese instante, no existía nada más que el palpitar frenético de ambos, el roce suave de nuestros cuerpos fundiéndose en un abrazo apasionado. Esa noche me dejé llevar, dejé que el éxtasis del momento me consumiera por completo, sin pensar en nada más que en el placer que compartía en aquel momento fugaz.

A la mañana siguiente desperté, sintiendo los rayos del sol entrando por la ventana. Tenía un poco de resaca, pero recordaba perfectamente lo ocurrido la noche anterior. Extendí mi mano para ver si aquel hombre seguía en mi cama. Suspiré agradecida al notar las sábanas revueltas y vacías, pues siempre me parecía incómodo el momento del día después. Había veces en las que los tíos se quedaban esperando a desayunar, normalmente siempre intentaba ir a sus habitaciones para poder irme antes de que se despertaran.

EL NEGOCIO FAMILIAR | (Dean Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora