15.Oᴛʀᴀ ᴠᴇᴢ

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Mientras conducían hacia Colorado, Kate estaba de copiloto y Sam dormía en la parte de atrás del Impala. Dean tenía la mirada fija en la carretera, pero por un momento desvió los ojos hacia Kate, quien parecía perdida en sus pensamientos. Con un movimiento ligero, Dean quitó una mano del volante y la posó suavemente en el muslo de la castaña.

Esta notó su tacto, mirándolo con una sonrisa le murmuró.—¿Qué estás haciendo?

—Relájate —contestó —, Sam está dormido.

La cazadora giró ligeramente su cabeza para asegurarse de que el castaño seguía dormido en el asiento trasero. El conductor continuó acariciando su muslo, sus dedos deslizándose con ternura por su piel. Kate sintió una mezcla de calidez y confort, notando cómo sus caricias parecían disipar por un momento todas sus preocupaciones. Dean también sintió una conexión profunda en ese toque, una afirmación silenciosa de su relación y un deseo de protegerla de todo lo que pudiera dañarla.

La copiloto acarició la mano de Dean y entrelazó sus dedos con los de él, dándole un beso en la mano. Este la miró nuevamente antes de volver a fijar sus ojos en la carretera.

—¿Te sientes mejor?

—Exceptuando que por instantes siento que la cabeza me va a explotar, sí —respondió ella con una sonrisa forzada.

—No me refiero a eso. Te he notado diferente estos últimos días. ¿Pasa algo?

Kate suspiró, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Quizá era el momento de decirle lo que había estado haciendo con Crowley.

—Lo cierto es que hay algo de lo que llevo un tiempo tratando de hablar contigo —comenzó la castaña.

Dean la miró por unos instantes, fijando sus ojos en los de ella.

—He descubierto que...

Antes de que pudiera terminar la frase, un dolor intensísimo en su cabeza la interrumpió. Fue un dolor que nunca había experimentado, provocando que gritara de agonía.

—¿Qué te pasa?— preguntó el rubio alarmado.

Kate gritó, tratando de soportar el dolor.—¡No lo sé!

Entre tanto alboroto, Sam se despertó alarmado, preguntando qué pasaba. Dean siguió conduciendo cada vez más rápido, buscando desesperadamente un sitio en el que poder parar. La cazadora seguía gritando de dolor, diciendo que quería que parara. El conductor, con el corazón acelerado, intentaba mantener la calma mientras Sam se inclinaba hacia adelante, tratando de consolar a la castaña.

El dolor de esta no cesaba, —No puedo más.— exclamaba entre gritos de dolor, que resonaban en el coche.

—¿Qué sientes exactamente?— preguntó el castaño, buscando alguna manera de ayudar.

Kate seguía con la mano puesta en su sien, dolorida, mientras Dean seguía acelerando.

—Dolor, se intensifica...—dijo acompañada de algún gruñido.— Cada vez es más fuerte, cada vez duele más.

Sam se detuvo unos segundos pensando.—¿Hace cinco minutos te dolía igual?

—No, ya te he dicho que va en aumento.— replicó molesta.

Dean giró su cabeza—¿Qué estás pensando?

—Creo que su dolor aumenta cada vez que avanzas.— sugirió el del asiento trasero.

El conductor hizo una mueca.—¿Entonces qué sugieres, que pare para ver si tu hipótesis es cierta, Einstein?

Los hermanos discutían sobre la posible causa del malestar de Kate cuando, de repente, un grito desgarrador salió de su garganta, reflejando un dolor indescriptible. Dean frenó de golpe, el coche derrapando ligeramente antes de detenerse en el arcén.

EL NEGOCIO FAMILIAR | (Dean Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora