58.Rᴇsᴘᴜᴇsᴛᴀs

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La pareja de castaños salió del hospital con expresiones serias caminando por la calle. Una vez en el exterior, Sam sacó su teléfono y marcó el número de su hermano. Puso el altavoz y esperó a que este contestara.

¿Qué pasa? —preguntó Dean, su voz resonaba a través del altavoz.

—Acabamos de salir de la morgue. El resto de cuerpos han desaparecido sin razón aparente —dijo Sam, su tono reflejaba su frustración.—No hay nada en las cámaras de seguridad.

El rubio respondió, su incredulidad era evidente.—¿Cómo es eso posible?

—Pero eso no es todo.—intervino Kate. —Según lo que nos ha comentado el forense, hace una semana, una chica tuvo un accidente de coche, después de que muriera, empezaron los suicidios. Lo que la convertiría en nuestra paciente cero.

—Ahora estamos yendo hacia su casa, en la 43 de Maple Street —añadió el alto.

Dean resopló al otro lado de la línea.—En diez minutos estoy ahí.

Los cazadores se dirigieron hacia la casa de la chica accidentada. La dirección los llevó a un modesto edificio de diez pisos con una fachada descuidada. Al llegar, al quinto, y tocar al timbre fueron recibidos por la compañera de piso de la chica, quien los dejó entrar después de que le mostraran sus identificaciones falsas de federales.

—Si no le importa, nos gustaría ver el cuarto de su compañera —dijo Sam con suavidad, tratando de no alarmar a la joven.

La compañera de piso los condujo escaleras arriba hasta una pequeña habitación. Sam y Kate comenzaron a registrar el cuarto, revisando el armario, los cajones del escritorio y cualquier lugar donde pudiera haber algo oculto. Sam se agachó y sacó una caja de debajo de la cama.

—Eh, creo que he encontrado algo. —dijo el de pelo largo.

Kate se acercó y ambos observaron el contenido de la caja. Dentro había un cráneo de gato, especias y otros objetos que claramente parecían ser parte de algún tipo de ritual.

—Me compadezco del gato —murmuró la castaña.

Salieron de la casa, agradeciéndole a la compañera su colaboración, ocultando la caja detrás de ellos. Al bajar bajaron de nuevo al hall, se encontraron con Dean, quien acababa de llegar.

—Eh mira lo que hemos encontrado.— dijo Sam, levantando la caja.

Este echó un vistazo rápido a la caja antes de levantar la mano.—Eso puede esperar. Primero tengo que hablar con Kate —dijo, su tono firme.

La castaña frunció el ceño, claramente sorprendida por la repentina seriedad de él, y el hecho de que no le había dirigido prácticamente la palabra en todo el día.—Claro, ¿de qué quieres hablar? —respondió, su voz mostrando curiosidad.

Dean respiró hondo y la miró fijamente. —Hay un par de cosas que necesito preguntarte, y estoy seguro de que me vas a decir la verdad.

Sam los observó, sorprendido por el cambio de tono.—Dean, ¿es que...?

Este lo interrumpió, apartando la mirada de la joven.—Sí, Sam. Pedí la verdad y ahora la estoy obteniendo. Como los que se suicidaron.

Luego continuó, dirigiéndose de nuevo a ella—¿Por qué cuando saliste del infierno no nos dijiste nada? Sabías lo mal que estaba y ni siquiera nos avisaste.

Kate apartó la mirada un momento, respirando profundamente antes de volver a mirarlo.—Porque tenía miedo, Dean.

El mayor de los hermanos, abrió los ojos.—¿Miedo? Desde que has vuelto pareces Terminator. ¿De qué podías tener miedo?

EL NEGOCIO FAMILIAR | (Dean Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora