10.Gʟɪᴛᴄʜ

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Dean se despertó lentamente, la luz del día filtrándose a través de las cortinas. Se estiró y giró en la cama, esperando encontrar a Kate a su lado, pero la cama estaba vacía. Extrañado, se sentó y miró alrededor de la habitación. Decidió llamarla, y al tercer pitido, esta contestó.

Hola, Dean.

El rubio intentó sonar lo menos inseguro posible.—¿Dónde estás?

Acabo de salir a por el desayuno —respondió Kate con naturalidad.— Estabas tan dormido que no he querido despertarte.

—Ah, bueno gracias—contestó él con una sonrisa.—Aquí te espero.

Sí, claro. Hasta ahora.

Mientras tanto, Kate guardó su teléfono en el bolsillo.

—Vaya, vaya. Así que vuelves a mentir de nuevo.—escuchó tras de ella a Crowley. Al girarse pudo ver como la observaba con una expresión de desaprobación.—Doy por hecho, que sabes que lo odia ¿verdad?

La cazadora se cruzó de brazos, enfrentándolo con determinación.—Eso no importa ahora. Quiero saber si es cierto.

El demonio alzó una ceja, fingiendo ignorancia.—¿A qué te refieres, querida?

—Recuerdo lo que dijiste cuando viniste a hablar conmigo en la jaula de Lucifer.—exhaló tratando de mantener la calma— Necesito saber si es verdad.

Crowley se cruzó de brazos, su mirada se volvió más seria.—Ah, eso. Bueno, querida, los recuerdos pueden ser algo nebulosos. Pero dime, ¿qué es exactamente lo que crees que recuerdas?

Kate lo miró con intensidad, sus ojos destilando una mezcla de desafío y desesperación. Aún así, empezó a relatar con detalle todo lo que recordaba.

Mientras que el alma de Kate estaba en el Infierno...

La castaña estaba en el frío suelo de la jaula, su respiración entrecortada y su cuerpo temblando de la última tortura infligida por Lucifer. Los gritos de dolor aún resonaban en sus oídos, y su mente luchaba por encontrar un momento de paz. De repente, el aire se volvió más tranquilo, y ella levantó la vista para ver a Crowley observándola desde fuera de la jaula.

—¿Quieres unirte al juego? —preguntó Lucifer, con una sonrisa sádica.

—No, no esta vez —respondió el trajeado con desdén.

Con un simple movimiento de su mano, Lucifer desapareció, dejándolos solos. Kate, aún tratando de recuperar el aliento, miró a Crowley con desconfianza.

—¿Por qué has hecho eso? —preguntó sin rodeos.

El demonio comenzó a pasearse alrededor de la jaula, sus ojos fijos en ella con una expresión calculadora.

—Debe ser divertido para ti, ¿verdad? Verme aquí, como un animal en un zoológico —dijo ella con amargura.

Este negó con la cabeza y se detuvo frente a ella.

—Se suponía que era Sam quien debía estar aquí con Lucifer, no tú —dijo con voz firme.

Kate alzó la cabeza, su voz llena de desafío aunque debilitada por el dolor.

—Siento que no hayas capturado al animal que querías —respondió con sarcasmo.

—Vaya, a pesar de todo lo que has pasado sigues intentando mostrarte atrevida.— el demonio, esbozó una sonrisa.—Debo admitir que eso es admirable.

La cazadora tragó en seco, sus ojos llenos de odio y desconfianza.

—No me creo ni una palabra de lo que dices —respondió con una risa sorda.

EL NEGOCIO FAMILIAR | (Dean Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora