19.Pᴇɴᴀ ʏ Pᴀ́ɴɪᴄᴏ

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Dean llevaba semanas quejándose sobre la dieta que se habían visto forzados a seguir: verduras, frutas y alimentos naturales. La expansión de Dick Roman había crecido tanto que todo lo que provenía de las fábricas estaba controlado por su imperio. Todas las grandes empresas alimentarias pertenecían a él, y consumir cualquier alimento procesado conllevaba el riesgo de convertirse en presa fácil para los leviatanes, ya que el químico que Dick había añadido hacía que los humanos comenzaran a parecer zombies. Dean, que siempre había sido fanático de la comida chatarra, sufría por cada bocado de ensalada o fruta que tenía que comer.

Mientras tanto, Castiel, tras las consecuencias de sus acciones cuando intentó ser el nuevo Dios, había sido expulsado del cielo. Estaba triste, más perdido que nunca. Ahora, pasaba todo el tiempo con los cazadores, si es que antes no lo hacía lo suficiente, yendo de motel en motel con ellos. Habían acordado que el ángel compartiría habitación con Sam, pero la mayoría de las veces acababa en la habitación de Dean y Kate para charlar con ellos, especialmente con Kate, ya que ella era más nocturna que el rubio.

Una noche, tras una caza particularmente agotadora, Kate y Castiel se encontraron en una de sus charlas nocturnas. La habitación estaba en silencio, salvo por la respiración tranquila de Dean, que dormía profundamente. Kate y Castiel estaban sentados en la pequeña mesa del motel, con una luz tenue iluminando el espacio.

—A veces me siento frustrada con mis poderes, Cas. No sé si estaré a la altura de lo que se supone que debo hacer.— comentó la joven, rompiendo el silencio.

El de la gabardina, con su típica expresión calmada, inclinó la cabeza —¿Crowley sigue enseñándote?

—Sí, pero... no sé.— murmuró la cazadora—A veces temo no ser lo suficientemente buena. Él dice que soy la única que puede acabar con los leviatanes, pero ni siquiera sé cómo hacerlo.

Castiel frunció el ceño, intentando comprender. —¿Qué es lo que realmente te preocupa, Kate?

Ella respiró hondo, dándose el espacio para abrirse completamente. —Crowley cree que soy la clave para acabar con ellos, pero no tengo idea de cómo hacerlo. Me siento... impotente. Y Dean, aunque no lo diga, tampoco está muy cómodo con todo esto de los poderes. Sé que lo dice por preocupación, pero me pesa.

—Sí, ya sabes cómo es Dean con las brujas.— comentó el ángel, ladeando su cabeza.

Ambos rieron ligeramente ante el comentario, aliviando la tensión del momento. Luego, Castiel añadió en tono más serio—Pero no creo que sea la magia lo que realmente le preocupe. Dean no soportaría perderte, Kate. Está tan tenso últimamente porque está buscando una manera de protegerte... de evitar que corras riesgos. Si hay una alternativa en la que nadie salga herido, ya sabes que hará todo lo posible para encontrarla.

La castaña lo miró, comprendiendo mejor la actitud de Dean. Mientras entrelazaba sus dedos, pensativa, miró de reojo hacia la cama, donde su novio dormía plácidamente. 

—Lo sé, Cas. Yo también quiero una alternativa...— admitió dejando que se le quebrara un poco la voz— Pero llevamos meses buscando algo, y no hemos encontrado nada. No es que me guste la idea de usar mis poderes para esto, pero si no hay otra manera...

—Lo que sea que ocurra, lo enfrentaremos juntos. No estás sola en esto, Kate— le dijo el de la gabardina posando su mano, encima de la de la chica.— Dean y Sam lo saben también. Pero tienes razón, a veces no hay alternativa fácil.

Kate asintió, en silencio. La frustración seguía ahí, pero las palabras de Castiel la reconfortaban. Al mirar de nuevo a Dean, se dio cuenta de que no solo estaba luchando por derrotar a los leviatanes, sino también por mantener intacta a su pequeña familia.

EL NEGOCIO FAMILIAR | (Dean Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora