Capítulo 25: Metedura de pata

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Nada más entrar en la habitación, me encuentro a Peeta profundamente dormido. No queriendo despertarle sabiendo necesita descansar mientras pueda, cojo ropa del armario y me adentro al baño intentando ser lo más silenciosa posible.

Una vez en la bañera, mientras me cae el agua que corre por mi cuerpo y la euforia se va disipando, no puedo evitar cuestionarme si he hecho bien al hacer lo que he hecho. Yo quiero vivir, por mi bebé y por Peeta, pero sé que Snow no va a permitirlo, no que yo salga de nuevo con vida de la arena, así que solo me queda el ayudar a que sea Peeta quien salga con vida por mucho que me duela al pensar en lo que sufrirá con mi muerte. Está claro que esto él no lo sabe, no se lo he dicho porque sé que no va a estar de acuerdo. Es por eso, que ahora mi mayor preocupación es si lo que he hecho minutos atrás me va a ayudar con mi objetivo.

Ya he estado en esta situación una vez, pero en ese entonces no cargaba con el mismo peso que cargo actualmente, ahora mis actos si pueden ser castigados usando a la gente que me importa.

Aunque sé que lo que ocurre en las sesiones privadas son alto secreto y que, por tanto, no tendría ningún sentido que tomaran represalias en mi contra, el año pasado, Katniss y yo fuimos recompensadas por ello haciendo que los profesionales pusieran su objetivo en nosotras.

Lo que más me preocupa es que si he enfadado a los vigilantes y ellos deciden castigarme en la arena, cabe la posibilidad de que Peeta salga dañado en el camino y eso no lo puedo permitir.

Ahora pensando en frio, he de reconocer que quizás he sido un poco impulsiva con mis actos, pero no puedo decir que me arrepienta de ellos.

Cuando salgo del cuarto de baño un largo rato después ya vestida, Peeta ya está despierto y en cuanto me ve, salta de la cama y me abraza fuertemente. Le correspondo al abrazo sabiendo que lo necesita. Nos quedamos un rato así, simplemente abrazados, disfrutando del calor del otro.

Al separarnos, percibo pintura de varios colores en las manos de Peeta incluso después de haberse duchado, aún quedan rastros.

Decido no comentarle nada ni preguntarle al ver que él no hace el intento. Más tarde, una vez sentados en la mesa cenando, es cuando empiezan las preguntas.

—¿Y bien? ¿Cómo han ido las sesiones privadas? —Nos pregunta Haymitch a ambos alternando su mirada entre uno y otro. Miro a Peeta esperando que sea él quien inicie con su relato. Después de que se me haya pasado la euforia del momento, ya no me entusiasma tanto el contar lo que he hecho, menos en medio de la tranquilidad que hay instalada en la mesa.

—Tú primero. —Le animo al ver que se debate entre hacerlo o no. —Debes de haber hecho algo muy especial, he tenido que esperar como cuarenta minutos para entrar.

—Bueno...—Comienza a decir avergonzado. —He dibujado a Rue tal como la dejasteis tú y Katniss después de su muerte. —Confiesa. Me sorprendo al escucharlo y un poco de temor se instala en mi pecho, ya había deducido cuando entré a la sala que algo muy bueno no había hecho.

—Con razón olía tanto a productos de limpieza y la alfombra estaba movida. —Razono ahora que ya tengo toda la información.

—Bien hecho chico. —Le felicita Haymitch.

—(TN) querida, ¿tú que has hecho? —Se dirige a mi intrigada Effie. —No habrás disparado a los vigilantes otra vez, ¿no? —Dice temerosa.

—No, no te preocupes, Effie. No he disparado a nadie esta vez, aunque por falta de ganas no ha sido. —Le contesto. —Y aunque hubiera querido no hubiera podido, han puesto una barrera invisible en el palco que separa los vigilantes y los tributos. —La veo suspirar de alivio. Siento hasta pena por ella al saber que lo que he hecho es peor que eso y al pensar en su reacción cuando lo sepa.

En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora