Capítulo 14: Propuesta

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—¡No! —Grita Haymitch sobresaltándonos a todos. Nos centramos en él, mirándole interrogantes.

—¿Por qué no? Creo que es la única idea que nos queda. —Le digo sin comprender su reacción tan repentina.

—Sois muy jóvenes. Os estáis comprometiendo a algo de por vida. Con el matrimonio os ligáis para siempre. —Nos intenta persuadir nuestro mentor.

—Bueno, si haciéndolo solucionamos lo de los Distritos creo que es un buen precio a pagar. De todas formas, Peeta y yo nos queremos, estamos enamorados y estoy segura de que eso no va a cambiar. —Intento hacerle razonar. Sorpresivamente, más que asustarme la idea de Peeta, se me hace atractiva, no encuentro que sea una locura tan grande. Ambos nos queremos, mucho, y desde hace meses, desde antes de empezar a convivir meses atrás, sabía que Peeta es una de estas personas que una vez llega a tu vida marca huella, es de esos que si se marcha te destroza. Sé que si algún día me falta Peeta quedaré muerta en vida, porque por encima de ser mi pareja, es mi mejor amigo, la persona que más amo.

—No es suficiente con amar. —Suelta secamente Haymitch. —El matrimonio no es un juego de niños que se pueda deshacer a vuestro antojo. No es algo que se pueda borrar cuando ya os hayáis cansado de jugar a las casitas. —Dice con dureza.

—Haymitch, la quiero, llevo años queriéndola, la quiero ahora y sé que la querré dentro de cincuenta años. —Dice totalmente serio y con decisión Peeta. Yo le miro atentamente, absorbiendo todas sus palabras por cada poro de mi piel, pero, sobre todo, en el fondo de mi corazón. —Dentro de algunos años, me encantaría casarme con ella, ser una familia. ¿Qué más da que eso se adelante algunos años? ¿Qué importa esperar si lo tenemos claro ahora?

—Chico no tenéis claro nada, recién acabáis de empezar a salir. Por dios, si ni siquiera habéis cumplido los 18. —Insiste Haymitch con sorna.

—Haymitch ya basta. —Le digo seriamente. —No es lo ideal, no es lo convencional, lo sabemos. Pero ya no solo se trata de nuestros sentimientos, se trata de que estamos al borde de que estalle una revolución si no se frena lo que está ocurriendo en los Distritos. —La palabra revolución al soltarla me hace sentir un sabor amargo, sé que es una palabra que nadie quiere escuchar pro todas las consecuencias que trajo la última, pero es una realidad inminente si no arreglamos el problema en el que estamos involucrados. — Nuestras vidas, las vidas de nuestros seres queridos están en juego. ¿Qué digo? Las de todos nosotros, todo Panem está en juego. Es el último movimiento que nos queda, si esto fracasa, solo tenemos que rendirnos ante los hechos y sobrevivir como podamos, pero tenemos que intentarlo. Ya no solo tenemos que pensar en nosotros, tenemos que pensar en todos Panem. ¿Qué es un pequeño precio a pagar, como es el matrimonio, si funciona y evita que una revolución estalle? —Se me queda mirando totalmente serio, puedo ver como se debate internamente. Finalmente suspira con expresión derrotada. Effie y Katniss no comentan nada, se mantienen al margen de la discusión, cosa que realmente agradezco.

—Vale, está bien. —Espeta con desgana. —Tenéis todo el derecho del mundo a hacerlo si eso queréis y si además funciona... No se hable más, hacedlo. Propónselo justo antes de que la entrevista con Caesar finalice. Solo deseo que realmente sirva para algo. —Resignado, sin estar conforme con el plan, pero sabiendo que es la última baza que tenemos, nos da su aprobación. —Tenéis mi aprobación. Más te vale que la cuides y la hagas feliz, chico. —Le advierte seriamente a mi rubio.

—Gracias Haymitch. —Le digo conmovida.

—Gracias Haymitch. No dudes en que lo haré. —Asiente con la misma seriedad.



Por la tarde, Cinna nos arregla para la entrevista. A mí me ha preparado una camiseta negra básica de mangas largas abullonadas, una falda corta a cuadros y unas botas altas de terciopelo. A juego llevo de complementos una gargantilla negra, el collar de mi madre que lo llevo siempre, unas pulseras negras y unos pendientes de pluma negros. El pelo lo llevo con una media trenza en un extremo de la cabeza dejando el resto del pelo suelto caer sobre mi espalda. 

En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora