Capítulo 31: Sobreviviendo

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Recorridos muchos kilómetros, sedientos y cansados, decidimos que es momento de parar y encontrar algo que comer y agua para beber. A duras penas consigo que me dejen ir a cazar y buscar agua mientras ellos crean una especie de refugio en lo bajo de la colina.

Consigo cazar una rata de árbol, pero no consigo nada de agua. Cuando vuelvo hacia ellos, Peeta tiene la brillante idea de usar el campo de fuerza para cocinar la rata, de ese modo no corremos el riesgo de ser descubiertos por hacer fuego.

Mientras yo he estado cazando Peeta, Mags y Finnick han conseguido montar una especie de campamento con la maleza y hojas grandes a modo de refugio entre las grandes raíces que sobresalen del suelo y los árboles.

En cuanto terminamos de comernos la rata, nos tumbamos en fila bajo la improvisada cabaña y Peeta casi de inmediato se pone a acariciar mi vientre como tanto le gusta hacer desde que nos enteramos del embarazo. Eso le relaja, y a mí también. Con la mano libre me abraza y me pega más a su cuerpo.

Desde la posición en la que estamos tenemos una vista perfecta del cielo, por lo que cuando se ilumina con el sello e himno del Capitolio somos capaces de ver a los ocho tributos muertos durante el baño de sangre. El primer tributo en aparecer es el del 5 que mató Finnick, lo que da a entender que del Distrito 1 al 4 siguen vivos. A continuación, aparece el adicto a la morfina del 6, los dos tributos del 8 y los dos del 9, la mujer del 10 y Sedeer del 11. El sello vuelve a aparecer y junto a la música se esfuma dejándonos completamente en la oscuridad, solo siendo alumbrados por la luna. La noche ya ha caído.

Nos quedamos en silencio durante un buen rato hasta que un paracaídas aparece y se desliza hasta nosotros. Nadie se apresura a cogerlo.

—¿Qué creéis que es? ¿Y de quién? —Les pregunto.

—Ni idea, pero creo que Peeta se merece reclamarlo, ya que hoy ha muerto y vuelto a la vida. —Hago mala cara al recordarlo. Peeta lo coge y desata la cuerda dejando ver en medio del círculo de seda un pequeño objeto metálico que no consigo identificar.

—¿Qué es esto? —Nos pregunta confundido enseñándonoslo y examinándolo con detenimiento intentando encontrar para que sirve o porque nos lo han enviado.

Desafortunadamente ninguno lo sabemos. Nos lo pasamos de mano en mano para examinarlo. Es un tubo metálico hueco, ligeramente afilado en un extremo y en el otro extremo un pequeño labio se curva hacia abajo. Reconozco que se me hace vagamente familiar pero no consigo descifrar por qué. Veo a Peeta soplar por un extremo para ver si emite algún sonido, pero no lo hace. Finnick desliza con dificultad su meñique interior probándolo como arma, pero es inútil. Incluso Mags que es capaz de pescar con cualquier cosa sacude la cabeza cuando Peeta le pregunta si podría pescar con ello.

Lo cojo y lo giro de un lado a otro en mi mano. Analizo la situación y trato de pensar tal y como hacíamos Katniss y yo en la arena el año pasado cuando Haymitch nos enviaba o no algo y por ello sabíamos reconocer que es lo que quería que hiciéramos.

Piensa (TN). Ya que los cuatro somos aliados, Haymitch seguramente estará actuando junto a los mentores del Distrito 4 por lo que tuvo algo que ver en la elección de este regalo. Eso significa que es valioso. Me acuerdo del año pasado cuando Katniss y yo estábamos deshidratadas y él no nos enviaba nada porque sabía que encontraríamos agua si lo intentábamos.

Me seco las gotas de sudor que caen de mi frente y examino el regalo a la luz de la luna. Lo miro, lo muevo para verlo desde diferentes ángulos y perspectivas, pero finalmente frustrada lo dejo en la tierra.

—Me rindo. — Digo fastidiada y exasperada. — Tal vez, si nos juntamos con Beetee o Wiress sepan decirnos que es o averiguarlo.

Me vuelvo a tumbar, esta vez de lado dando la espalda a Peeta mirando fijamente el objeto en la tierra a mi lado. Él por detrás, comienza a masajearme el hombro que está a su alcance y comienzo a relajarme un poco.

En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora