Capítulo 1: De vuelta al Distrito 12

15.5K 635 83
                                    

Me despierto por la luz del sol que entra por las ventanas, no me acordé de cerrar las cortinas anoche. Noto un peso en mi cintura y algo duro que sube y baja debajo de mí. En seguida sé que no se trata del colchón. Abro los ojos y lo que veo me desconcierta. Peeta está dormido, en mi cama, conmigo, abrazados. En cuanto proceso las cosas noto un gran ardor en mis mejillas señal de que me puesto colorada por la vergüenza. Es peor cuando recuerdo el porqué está aquí. Tuve pesadillas, fueron tan horrendas que mis gritos le despertaron y acudió a verme. Me acuerdo que me abrazaba, me acariciaba y me hablaba para darme consuelo. No recuerdo mucho más, solo que me sentí muy bien entre sus brazos. Protegida, querida... Debí quedarme dormida mientras me consolaba. Él todavía está durmiendo. Los días en los que estuvimos juntos en la cueva, más de una vez me quedé mirándolo dormir, en ese entonces su expresión era de inquietud, de sufrimiento, nada que ver con la expresión relajada y despreocupada que tiene ahora.

He tenido un primer impulso de salir de entre sus brazos, pero egoístamente he preferido quedarme tal como estamos, lo más seguro es que nunca vuelva a estar en esta situación con él y me siento tan a salvo entre sus brazos, que me da miedo salir de entre ellos y que todas mis pesadillas regresen. No sé cuánto tiempo paso observándole, pero comienza a removerse y abre los ojos.

—Buenos días. —Me saluda con una sonrisa adormilada. —¿Cómo has dormido?

Me quedo embelesada apreciando tan bella imagen, él recién levantado, con una sonrisa que podría iluminar toda la habitación, sus bonitos ojos brillantes por el sueño, el pelo desordenado y la voz ronca de recién levantado. Reacciono dándome cuenta que me le he quedado mirando sin contestarle.

—Bien... —Le contesto tímidamente. —Muchas gracias por haberte quedado, siento si te he causado molestias...

—No tienes por qué preocuparte, he dormido muy bien. —Me contesta todavía sonriendo. Le sonrío de vuelta y me acomodo, es en ese momento que me doy cuenta que todavía sigo entre sus brazos y que me encuentro total y cómodamente recargada en su pecho. Me retiro exaltada y avergonzada.

—Lo siento. —Digo nerviosa levantándome de la cama. —Creo que deberíamos ir a desayunar. —Presa de los nervios comienzo a dar vueltas sin sentido por la habitación buscando algo que ni siquiera sé.

—Si, hay que desayunar, sí. —Contesta nervioso. Creo que hasta este momento no se había percatado de la posición comprometedora en la que estábamos. Tras una vergonzosa despedida, Peeta se retira hacia su habitación. En cuanto pasan unos minutos, los cuales me he quedado totalmente parada mirando hacia la puerta por donde se ha marchado Peeta, reacción y me lanzo a la cama enterrando mi cara en la almohada y pegando un pequeño gritito. Me separo de un salto en cuanto el olor a Peeta impregnado en ella llega a mis fosas nasales. Me siento ridícula, así que para tratar de dejar estar el asunto me meto corriendo en la ducha y me baño con agua fría, lo que agradezco ya que me termina de despertar por completo.

Me visto con la ropa que ya me habían dejado preparada previamente. Mi vestuario de hoy establecido por Cinna consiste en un vestido de seda color naranja con los hombros parcialmente descubiertos y unas sandalias de estilo romano y tachuelas. Gracias a Cinna aprendo cosas nuevas de moda, ya que no tenía ni idea de que este tipo de sandalia son de estilo romano, me he pasado prácticamente toda mi vida usando botas de estilo militar y lo que nos enseñan en la escuela suele ir entorno a nuestro Distrito y los juegos, no mucho más. Como complementos, llevo una pulsera dorada que parecen hojas sobrepuestas y el collar de mi madre que no me he quitado desde que Cinna me lo entregó antes de subir a la arena. El pelo me lo he recogido en dos trenzas en la parte superior a los lados de mi cabeza dejando el resto del pelo suelto.

  El pelo me lo he recogido en dos trenzas en la parte superior a los lados de mi cabeza dejando el resto del pelo suelto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora