Capítulo 8: Rumbo al distrito 11

8K 477 28
                                    

Me despierto pronto. Esta noche afortunadamente ha estado libre de pesadillas, lo que me hace levantarme con buen ánimo. Peeta aún se encuentra dormido a mi lado, así que me levanto silenciosamente y bajo a hacer el desayuno. Cuando termino, con una bandeja en mano, subo hacia la habitación y la dejo con cuidado encima de la mesita. Me aproximo hacia Peeta y le beso cariñosamente la mejilla.

—Peeta, es hora de despertarse. Dentro de unas horas tenemos que estar en la estación. —Digo con voz suave. Peeta sonríe aun sin abrir los ojos y comienza a desperezarse ante mi atenta mirada.

—Buenos días. —Dice con esa voz grave que me encanta de cuando recién despierta. Me inclino y agarro la bandeja para posarla encima de mis piernas. —Vaya... Si me vas a despertar todos los días así, hoy mismo traigo mis cosas aquí para vivir. —Dice haciendo alusión a nuestras bromas de anoche.

—Venga, a desayunar... —Digo riéndome.

Al terminar de desayunar, él se retira a su casa para cambiarse y terminar de empacar todo lo necesario para el viaje. Como aun tenemos tiempo, aprovecho para ir a cazar y de camino paso por la tumba de mi abuelo a dejar flores ya que pasaran semanas hasta que pueda volver a venir. Me encuentro en el bosque a Katniss, pero ella ya está de regreso. Cazo algunas presas, no las voy a necesitar para mí, así que paso por la Veta y se las doy a un par de familias, quien muy agradecidas las aceptan, aunque al principio querían darme algo a cambio y yo me he negado. Sé lo que es estar en su posición, apenas hace cinco meses yo estaba igual, y me llena de inmensa alegría y satisfacción de poder ayudarles de algún modo.



Es sobre las diez y media de la mañana que llego acasa. Al entrar, lo primero que percibo es el inconfundible olor a rosas queestá impregnado por toda la estancia. Me da un vuelco en el estómago y deinmediato me lleno de terror. Un agente de la paz aparece desde el comedor y meindica que le siga, durante el camino veo a más agentes de la paz. Me sientomuy vulnerable e intimidada porque todos ellos estén en mi casa merodeando a suantojo. Para ser justos, la casa es de Snow, pero eso no quita que simbólicamentesea mía ahora.

Me lleva hasta la oficina de mi casa, la que se encuentra al final del pasillo, y tal y como sospechaba, al entrar a quien me encuentro es al presidente Snow sentado detrás del escritorio aguardando mi llegada. El agente de la paz se retira cerrando la puerta y dejándonos a solas.

—Bienvenida, señorita Smith. Siéntese. —Me ordena con condescendencia. Cumplo con su orden y me siento. Internamente estoy aterrada, pero sé muy bien que no debo dejar que él lo vea porque se aprovechará de ello.

—Gracias presidente Snow. —Espeto con toda la seguridad que puedo reunir. —Lamento no haber estado presente para recibirlo correctamente. Si hubiera tenido conocimiento sobre su visita hubiera preparado algo para su llegada. —Le miro fijamente, no dejándome intimidar por su penetrante mirada.

—Ya lo creo señorita Smith, no tengo la menor duda. —Me mira desafiante.

—¿En qué puedo ayudarle? —Voy directa al grano sin tapujos. —Muy a mi pesar, dudo que su visita sea de cortesía.

—No se equivoca, he venido a hablarle sobre los sucesos ocurridos durante los juegos.

—¿Qué quiere decir presidente? —Le cuestiono confundida.

—Usted sabe muy bien a que me refiero señorita, pero no me importa recordárselo. —Espeta con altanería. —Hablo de su idea con las bayas, señorita Smith. Con su acto desafió al Capitolio.

—¿Me está tratando de decir que no debería haberlas sacado? ¿Qué se supone que debería haber hecho según usted presidente? —Le digo con todo el respeto que mi enfurecida yo puede reunir, siempre demostrando tranquilidad pese a que internamente estoy ardiendo en colera.

En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora