Capítulo Final (41): No hay distrito 12...

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—Lo siento (TN)... Quise volver a por él y Johanna, pero no pude moverme. Ten por seguro que a él no le harán daño ya que se darán cuenta de que él no sabe nada. —Las palabras de Finnick son lo último que escucho antes de caer inconsciente. Pierdo el hilo de mis pensamientos pensando egoístamente que quizás incluso prefiero que crean que Peeta sabe algo, porque mientras lo necesiten lo mantendrán con vida.



No quiero a Peeta muerto, no quiero que ellos lo tengan y lo torturen, quiero que él esté aquí, a salvo, conmigo y con nuestro bebé. ¿Sabe él la situación que hay en Panem? Si sabe que he sido rescatada, se alegrará ya que de cierta manera tuvo éxito en su misión. Pero yo no quiero seguir viviendo si no está él. Es un pensamiento egoísta teniendo en cuenta a todos los que han hecho lo imposible para que yo salga con vida de la arena. A demás, el bebé no tiene la culpa, no tiene nada de culpa en que tenga que nacer en un mundo podrido como lo es este, eso si es que sobrevivo lo suficiente como para que nazca. Lo único que conseguiría muriendo, es matar a mi bebé y desaprovechar la oportunidad que me han regalado todos aquellos que murieron en la arena para salvarme. Pero es que no veo una vida sin Peeta, no puedo seguir viviendo mi vida sabiendo lo que se convertirá la suya mientras lo mantengan con vida.

Ahora mismo siento mucho rencor, mucha ira hacia Haymitch, o, mejor dicho, mi padre, ya no sé ni como llamarle. Aunque para ser justos no merece el título de padre, porque nunca ha hecho nada para merecerlo.

Lo único en lo que estoy de acuerdo con él es en eso de que no soy capaz de distinguir entre los que son amigos y los que son enemigos, porque para mí todos los que no tengan mi confianza serán enemigos mientras yo deba proteger a los que amo. Quizás también debo darle parte de razón en que nadie con dos dedos de frente me dejaría a mi hacer los planes.



Cuando despierto después de lo que parece una larga y solitaria oscuridad, veo que ya no estoy en la misma habitación en la que desperté, no estoy en el aerodeslizador. Esta habitación es más oscura, parece parte de una enfermería porque está repleta de objetos médicos. Esta vez al despertar no estoy sola, Gale y Katniss se encuentran sentados cada uno a un lado de mi camilla pendientes de mí.

—Gale... Katniss... —Les llamo sorprendida y feliz de verlos. La voz me suena ronca y siento la garganta seca. Me cuesta hablar.

—Hola pequeña... —Me dice Gale apartando un mechón de pelo de mis ojos con voz sorprendentemente cariñosa. Katniss me alcanza un vaso de agua. Me ayudan a incorporarme un poco en la camilla y le doy un par de sorbos al agua.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué está ocurriendo? ¿Dónde estamos? —Suelto de carrerilla queriendo saber todo sintiéndome muy perdida. Ellos comparten una mirada y eso me hace disparar una alarma de alerta. Inmediatamente sé que algo no va bien. De hecho, ya sé que las cosas están descontroladas después de mi pequeña charla con Haymitch y Plutarch, pero algo me dice que hay más.

—Después de la explosión que causaste en la arena, el Capitolio envió bombarderos y soltaron las bombas en el Distrito. —Me explica Katniss.

—(TN), ya no hay Distrito 12... —Me dice con tristeza Gale.

 —Me dice con tristeza Gale

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En llamas (Peeta Mellark y Tu )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora